La transición hacia la democracia en Corea del Sur ha sido todo menos un proceso armonioso y terso. Hay toda una historia muy conflictiva que debemos contar, claves que se transan en la evolución de las seis repúblicas que simbolizan las transformaciones más importantes que se han instrumentado a través de las reformas a la Constitución. Estos periodos nos muestran los signos del autoritarismo, la hegemonía militar y la represión. En este año 2012, Corea del Sur enfrentó dos procesos electorales, en abril las elecciones para la Asamblea Nacional y las presidenciales del 19 de diciembre.
Estas elecciones toman un giro decisivo con la candidatura de Park Guen-hye, la hija de Park Chung-hee, el dictador que lideró con mano de hierro a Corea del Sur por 18 largos años hasta su asesinato en 1979. Una figura que sigue levantando ámpulas y renovadas pasiones adentro y afuera, aquel autor de la transformación económica de Corea del Sur, pero que también resultó ser el principal obstáculo para la implementación de la democracia. Ahora la llamada “Tatcher de Corea” quiere convertirse en la primera mujer presidenta bajo el partido Saenuri. ¿Se podrá construir una nueva Corea en manos de Park Guen-hye, a quien se le considera un remanente de la dictadura?

Fuente: TIME
Resulta sorprendente la historia de Corea del Sur, sin duda un caso de éxito extraordinario que se forjó en el siglo XX. De ser un país muy pobre y rural en los años 60, ahora se ubica dentro de las 15 economías más industrializadas del mundo. Hace medio siglo, el PIB de Corea del Sur era equivalente al de Sudán, su impresionante despegue económico lo convirtieron en uno de los principales exportadores de manufacturas a nivel mundial, uno de los “cuatro tigres asiáticos”. Un legado que difícilmente se puede entender sin el papel que jugó su estado autoritario y el apoyo político y financiero que les dio a los grandes conglomerados económicos.
El caso de Corea del Sur constituye un ejemplo de un régimen esencialmente presidencialista que adopta algunos mecanismos del parlamentarismo. Dentro de las reglas del juego está prohibida la reelección y la segunda vuelta electoral. Se trata de un sistema multipartidista que favorece en la práctica el bipartidismo. El proceso electoral actual está ensombrecido por los escándalos de corrupción que envuelven al actual presidente Lee Myung-bak, del partido gobernante Saenuri, preferencias que ahora cambian de corriente con la otra facción del partido encabezada por Park Guen-Hye. Un proceso electoral que también nos obliga a monitorear el comportamiento de los grandes conglomerados económicos que pudieran cambiar el rumbo de los comicios.

Uno de los retos que tendrá que enfrentar el próximo presidente de Corea del Sur es cómo sortear los efectos perversos de la crisis económica mundial, tomando en cuenta que su modelo de crecimiento está volcado hacia el exterior con exportaciones que representan alrededor del 40% de su PIB. Muchos se preguntan si es hora de cambiar este modelo económico ante la sequía de recursos en EE.UU. y Europa y la mayor ralentización de China. Por otro lado, no olvidemos el mejor posicionamiento que ha alcanzado Corea del Sur frente a otras economías como Japón y China con la firma del acuerdo comercial con la UE, el más ambicioso acuerdo que el viejo continente hay suscrito con un país asiático.
El fin de la guerra fría no trajo consigo la reunificación de Corea del Norte y Corea del Sur. Una asignatura pendiente que tampoco consiguió Kim Dae Jung, el ex presidente y gran activista de la reconciliación que lo hicieron acreedor del Premio Nobel de Paz. Las relaciones entre Seúl y Pyongyang se volvieron a enfriar debido al programa nuclear norcoreano y la política de endurecimiento que ha practicado el actual presidente Lee Myung-bak. Sin embargo, otros retos claves se abren en materia de política exterior para el próximo presidente: evitar que China imponga su hegemonía política, económica y monetaria en Asia, equilibrando las fuerzas con el coloso de China, tal vez con el apoyo de Washington.