Durante la cumbre, Siria estuvo representada por Ahmed Moaz al Khatib, representante de la Coalición Nacional Siria. Esta es la primera vez que la Liga Árabe le da representación a un grupo de oposición, en lugar de un gobierno establecido.
Durante estos días se lleva a cabo la 24 Cumbre de la Liga Árabe en Catar. Un encuentro que se antoja clave cuando se pretende instrumentar una serie de reformas para consolidar esta alianza regional que enfrenta una serie de torbellinos y convulsiones que pasan por el enigma sirio, hasta ahora el reto más desafiante y peligroso de una guerra sectaria que no para y que presume vincular a los distintos intereses geopolíticos de los poderes medios regionales y potencias globales.
La llamada primavera árabe ha puesto en evidencia las necesidades impostergables de la reestructuración de la Liga Árabe, este conglomerado de países que durante años ha figurado como el principal vocero ante las organizaciones internacionales de carácter multilateral y cuyos dolores de cabeza se han cimbrado de manera reciente en Libia y Siria. Fue en noviembre del 2011, cuando Damasco fue suspendido como miembro de la Liga Árabe y su escaño se le transfirió a la Coalición Nacional de las Fuerzas de Oposición y la Revolución Siria (CNFORS), un paraguas que engloba a múltiples fuerzas anti-gobierno, diferentes partidos políticos y figuras rebeldes, quienes no necesariamente comparten los mismos intereses pero que se jactaron de haber recibido el reconocimiento legítimo de esta organización en franca oposición al régimen alauita de Bashar al Assad.
La Liga Árabe ha mostrado grandes divisores internos a lo largo de su trayectoria política e institucional. Recordemos a los partidarios y detractores de la guerra del Golfo Pérsico y ahora los jaloneos que prevalecen sobre el paquete de reformas que propuso en su momento Amro Musa, el ex Secretario General de la Liga Árabe, quien buscó renovar la institución mediante la creación de un parlamento panárabe, un tribunal de justicia, un consejo de seguridad, así como un banco de desarrollo regional. Desacuerdos entre los espectros más conservadores y progresistas que no encuentran un común denominador sobre los ritmos y formas de llevar a cabo este paquete de cambios. No obstante, el elenco de fricciones también se ha visto acompañado de momentos de gran cohesión colectiva como la lucha histórica de Palestina por convertirse en un estado soberano e independiente, pero que a su vez, hicieron resonar las sangrías ocasionadas por la decisión de Egipto de firmar un Tratado de Paz con Israel.
LA RESPUESTA SIRIA
La Liga Árabe dio un giro sorpresivo al dar un asiento de la cumbre a la oposición siria, representada por Ahmed Moaz al Khatib. El establecimiento de un nuevo régimen por primera vez se vislumbra en medio de una guerra civil que ha sido hasta ahora la revuelta más violenta del mundo árabe en un país de mayoría sunita que ahora desafía al régimen minoritario de Bashar al Assad y al Irán chiita. Los choques armados entre la oposición y las fuerzas del gobierno siguen ampliando las cicatrices de una guerra que se ventila en los divisores de la comunidad internacional. Por un lado, tenemos a EE.UU. y la OTAN, que son partidarios de favorecer un régimen democrático y pro-occidental, en contraste con las posturas de Rusia y China, quienes abrigan intereses estratégicos muy particulares y que han vetado las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que condenan a la cúpula gobernante.

En este conflicto existen otros poderes medios regionales que también despliegan su poder y influencia. Turquía, el país que comparte frontera con Siria ha reforzado sus capacidades militares a través de la OTAN y sus misiles Patriot para defender su frontera Sur ante la posible amenaza de ataques aéreos provenientes de Siria. Se ha señalado en varias ocasiones que Turquía, en conjunto con Arabia Saudita y Catar transfiere armas a los rebeldes sirios y financia a los defensores de la mayoría sunita, la guerrilla del Ejército Libre Sirio (ELS). No pasemos por inadvertido que el Emir de Catar es considerado por muchos como el mejor amigo de Occidente, un personaje que permite el alojamiento de la base militar estadounidense en Doha y que ha sacado ventaja de los cambios políticos inesperados por la primavera árabe ¿Será que por esta razón, Damasco habla de un complot persa y sunita dirigido desde Catar?
A este mosaico de actores e intereses se le suma el proyecto regional iraní del Ayatolah, quien está manejando todos los hilos del poder a la luz de las elecciones que tendrán lugar en su país en junio del 2013. Fortalecer al gobierno chiita en Iraq, al gobierno alauita en Siria, al frente del Hezbolah en Líbano, así como a Hamas en Gaza parece ser la apuesta regional que ha hecho la república islámica, muy a pesar de las fuerzas cambiantes que se mueven en este tablero, siendo el mismo Hamas quien ha buscado un nuevo reacomodo ante la victoria de los Hermanos Musulmanes en Egipto y su acercamiento cada vez más evidente con Catar. No olvidemos la vista del Emir qatarí, Khalifa bin Hamad al Thani, quien fue el primer jefe de estado en visitar Gaza, un hecho que enfureció a Israel y también a Mahmoud Abbas de la Autoridad Palestina.
EL ASCENSO REGIONAL DE CATAR
Si seguimos con atención los pasos de Catar en los últimos años, nos damos cuenta que este diminuto país del Golfo Pérsico y con escasa población nativa ha crecido su peso político y talla diplomática en el escenario regional. Un liderazgo que lo han llevado a convertirse en un actor decisivo al interior de la Liga Árabe por su capacidad de mediación e interlocución, una divisa que se ha desarrollado a la par de su poderío económico que se tasa en torno a su riqueza petrolera y de gas natural.

Muchos califican la política exterior qatarí como desconcertante, incierta y de doble rasero. Al parecer el Emir de Catar, aprovecha la coyuntura histórica que dejan las revueltas árabes para sellar su nuevo papel en la región y alentar los conflictos contra los viejos regímenes de Medio Oriente. Algunos gobiernos de la región han denunciado el rol sesgado que ha tenido Al Jazeera, la todopoderosa y temida cadena de televisión qatarí que ha jugado un papel clave como detonador de las conciencias políticas y de los derechos y libertades civiles en el mundo árabe.
Asimismo, sorprende la diplomacia qatarí que está buscando abrir nichos de cooperación en terrenos desconocidos. Hace unas semanas, el Emir de Catar visitó países como Perú, Colombia y Ecuador para estrechar las relaciones de comercio, inversión y cooperación, una gira oficial que rayó fuera de lo común por los ausentes lazos que la pequeña monarquía ha tenido tradicionalmente con la región latinoamericana. Cabe subrayar que Perú ha abierto una embajada en Doha y la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner visitó Catar en un reciente viaje que hizo por Medio Oriente.