En los últimos años el mundo ha atestiguado una serie de convulsiones políticas y económicas que han puesto a temblar el estatus quo a nivel internacional. La hora del cambio en el mundo árabe y la desaceleración económica en los países avanzados que han hecho caer, sobre todo en Europa, a numerosos gobiernos ante la peor crisis económica desde 1929. Éste es un tiempo de cambios y reacomodos en el tablero político mundial, de subida y bajada de liderazgos colectivos, pero nadie imaginó que pronto se asomaría el tsunami religioso: la abdicación de Benedicto XVI
Una Iglesia que no será la misma sin Joseph Ratzinger como máximo Pontífice, la noticia insólita que ha generado la sorpresa y el desconcierto del mundo entero y sobre todo del universo católico conformado por 1.200 millones de fieles alrededor del mundo, la crónica anunciada unos días antes de celebrar las elecciones adelantadas en Italia y que cuatro días después de la partida del Papa Emérito, deja a este país -máxima cuna de la cristiandad- con un sabor amargo de ingobernabilidad y con una élite política atomizada que terminará por forzar el establecimiento de una legislatura exprés que conllevará más temprano que tarde a nuevos comicios. Bajo este tenor, la primera renuncia de un pontífice en 600 años cimbra el establishment italiano y pone de cabeza a la Iglesia, quien no había enfrentado una situación similar al sepultar y desmitificar una creencia milenaria de que el papado termina sólo con una misión vitalicia.
Según una editorial del diario oficial de la Santa Sede, L’Osservatore Romano, la decisión de Benedicto XVI de renunciar se tomó tras su viaje a México y Cuba, la segunda gira internacional que hizo por América Latina, tras la de Brasil. En este viaje, el Papa se ajustó al tradicional y apretado discurso de la Santa Sede de condenar el embargo unilateral de EE.UU. sobre la isla, su llegada despertó polémica sobre el rol que la Iglesia debía jugar en la transición cubana, así como el dilema moral de enfrentar a una sociedad civil en ascenso que escala a favor de cambios profundos como los casos de los disidentes políticos y las damas de blanco. Por otro lado, el gran teólogo alemán que nunca quiso ser Papa, visitó México en el marco del vigésimo aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, en un año de elecciones presidenciales y cuando nuestro país enfrenta los escándalos de la pederastia clerical por abusos sexuales, crímenes impunes que han cimbrado la autoridad moral del Vaticano.
Tras ocho años como máximo responsable de la Iglesia Católica, Benedicto XVI quien estaba a cargo del Estado más pequeño del mundo y de la burocracia de la Iglesia alrededor del orbe pone fin a su papado y a la obligación de elegir a un nuevo pontífice mediante la organización de un cónclave en donde 115 cardenales electores, menores de 80 años, definirán a su sucesor. Durante esta cita histórica se necesitarán conseguir dos tercios de los votos para confirmar al Obispo de Roma, la matemática que hace entrar el doble juego político y geográfico de la elección, primero porque las cifras señalan que 67 cardenales fueron elegidos por Ratzinger, lo que pudiera llevar a la elección de un Papa de línea conservadora, y segundo porque 60 cardenales originarios de Europa parecen imponerse frente a los 19 latinoamericanos, 14 de América del Norte, 11 africanos, 10 asiáticos y 1 de Oceanía, quienes también están apuntados en esta descarnada carrera política.
Fuente: El Economista
¿Quiénes son los grandes ausentes del cónclave? ¿Por qué no están ahí algunos cardenales para votar y ser votados? Por razones de salud el cardenal de Indonesia quedará fuera del cónclave y por motivos de renuncia, Keith O´Brien, el veterano de la jerarquía católica británica que hace unos días tuvo que pedir perdón por su conducta sexual impropia. Mientras esto sucede, el cardenal de L.A. Roger Mahony participará en el cónclave muy a pesar de la audiencia bajo juramento que enfrenta sobre los casos de padres pederastas que cometieron abusos sexuales por décadas.
BENEDICTO XVI: ¿CONSERVADOR O REVOLUCIONARIO?
El mundo se quedo perplejo con la abdicación inesperada de Benedicto XVI. Una serie de interrogantes se abren sobre su pontificado y la personalidad que lo llevaron a tomar esta decisión polémica con profundas consecuencias: ¿Se trató de un hombre revolucionario y transformador que pudo movilizar al gobierno vertical, centralista y monárquico de la Iglesia? ¿Cómo se movió en este enjambre de tensiones, intereses y luchas intestinas por el poder?
Para algunos expertos la renuncia de Benedicto XVI marca un antes y un después. Su mayor legado, dicen algunos de sus más férreos críticos como el teólogo brasileño Leonardo Boff, fue su renuncia, un hecho que por sí mismo fue revolucionario porque de entrada desmitificó la figura del Papa. A pesar de sus renovadas encíclicas, su sólida trayectoria académica y el manejo de diferentes lenguas, el máximo pontífice tuvo que enfrentar un torbellino de dificultades para gobernar una Iglesia que ha entrado en crisis y descomposición. Las aguas turbulentas empezaron con la mayor filtración de cables secretos del Vaticano atribuidas a la traición de su mayordomo Paolo Gabriele que fueron revelados al periodista italiano Gianluigi Nuzzi en torno a casos de corrupción, malversación de fondos y luchas ocultas que sacuden al Vaticano, los Vatileaks que se piensa figuran entre las razones que obligan a dimitir al pontífice.
«Concretamente en mi actual trabajo, mis fuerzas suelen estar muy por debajo de mis necesidades. A medida que nos vamos haciendo mayores nos damos más cuenta de que flaquean nuestras fuerzas, que ya no son suficientes para todo lo que quisiéramos hacer. Y nos sentimos débiles, sin recursos ante alguna situación concreta. Es el momento de dirigirse a Dios para decirle «ahora ayúdame Tú, porque yo ya no puedo más». Eso también es soledad. Pero el Señor ha puesto tantas personas buenas en mi camino, que, gracias a Él, nunca me he sentido solo.» Extracto de «La Sal de la Tierra», entrevista de Peter Seewald a Joseph Ratzinger en 1996, cuando era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Tras ocho años de liderazgo y de enfrentar constantes casos de pederastia, Benedicto XVI pidió perdón por los abusos sexuales que cometieron los sacerdotes católicos en diversas partes del mundo. La situación de los abusos sexuales en contra de menores lo llevaron a pedir la renuncia de decenas de obispos acusados de encubrimiento y de revisar las normas vaticanas que encontraron eco en la figura del sacerdote mexicano Marcial Maciel, el poderoso fundador de los Legionarios de Cristo, quien fue condenado a una vida reservada a la oración por abusos sexuales y repartición de dineros y prebendas a cardenales a cambio de poder. Muy a pesar de estos castigos, la determinación vaticana no fue lo suficientemente dura para mantener la tolerancia cero, evitar la caída moral de la Iglesia y llevar ante los tribunales el tratamiento de estos procesos. No perdamos de vista que el Papa fue acusado recientemente ante la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes contra la humanidad, una denuncia hecha por el Centro de Derechos Constitucionales y la Red de Supervivientes de Abuso de Sacerdotes (SNAP).
Por otro lado, cabe subrayar que el Papa se compró varias facturas de enemistades y antipatías con los musulmanes y otras religiones del mundo. Al hablar en la Universidad de Ratisbona, Alemania sobre las enseñanzas del profeta Mahoma utilizó las palabras “malas e inhumanas” que levantaron una serie de reacciones muy negativas en el mundo islámico. Asimismo, su acción de rehabilitar al obispo británico Richard Williamson, quien ha negado la existencia del holocausto judío creó escozor en la comunidad judía internacional. Otro traspié muy desafortunado fueron las declaraciones que hiciera sobre el Sida y el uso del condón al realizar su primera gira por África, mismo que provocó indignación e irritación sobre el escaso conocimiento que tenía el Papa sobre esta pandemia que ha asolado al continente y que le he cobrado la vida a millones de personas.
Otra respuesta tardía de quien ocupara la silla de San Pedro fueron las irregularidades encontradas en las finanzas de la Iglesia a través del conocido Banco del Vaticano, una institución que fue dirigida por Ettore G. Tedeschi, quien fue retirado de su cargo por operaciones de lavado de dinero. Asimismo el organismo del Consejo de Europa a través del informe Moneyval señaló con contundencia que la Santa Sede cumple en algunos casos y no en otros con las medidas que se deben observar para luchar contra el lavado de dinero y el financiamiento al terrorismo.
LOS DESAFÍOS DEL PRÓXIMO PONTÍFICE
La tarea de elegir a un nuevo Papa inició con la primera reunión de cardenales el pasado 4 de marzo. La silla vacante de San Pedro atrae a los enormes intereses que se articulan bajo las distintas corrientes de la Iglesia a nivel mundial, un cocktail de fuerzas conservadoras, progresistas y moderadas que se apuntan en esta cita histórica. Se piensa que los factores que juegan a favor y en contra para elegir al nuevo Papa giran alrededor de la edad y nacionalidad, dotes de buen administrador y comunicador, así como su valor espiritual. Para muchos lo que se requiere es un hombre enérgico, vigoroso y valiente que pueda dar respuesta a los problemas urgentes de la Iglesia para que se revierta su fuerte proceso de crisis y descomposición.
El Cónclave, que comienza hoy, se lleva a cabo bajo un máximo nivel de secrecía en la Capilla Sixtina. Se ha instalado una chimenea que emitirá humo negro hasta la elección de un nuevo Pontífice. Cuando el Colegio Cardenalicio alcance una votación de 2/3, el humo se volverá blanco y el mundo conocerá al nuevo Papa al eco de «Habemus Papam». Fuente: Italymag.co.uk
El juego de nacionalidades y continentes se antoja clave. En la lista se apuntan en primer lugar el bloque de los cardenales italianos que no han tenido un representante en la silla papal desde hace varias décadas. Hoy Angelo Scola, el obispo de Milán es una de sus figuras más prominentes y podría contar con el voto de los cardenales europeos. Sin embargo, las voces americanas se alzan para no descartar a un Papa que provenga de América del Norte, América del Sur o bien de Centroamérica en donde se abrigan casi la mitad de los creyentes del mundo. Marc Oullet, el arzobispo de Québec de 68 años que habla español y que preside la Comisión Pontificia para América Latina parece ser uno de los más papables, sin olvidar al argentino Leonardo Sandri, quien se apunta junto con el arzobispo de Brasilia, Jao Braz de Aviz y el de Sao Paulo, Odilo Scherer. En este mapa, no puede faltar Oscar Rodríguez Madariaga de 70 años, el hondureño que ha estado muy cercano a la causa de los inmigrantes y más necesitados. Pese a ello, asociaciones de víctimas de abusos sexuales han hecho llegar a Roma la lista de la “sucia docena” en la que piden retirar a varios de estos candidatos por no haber enfrentado con todo rigor a los clérigos pederastas.
Una de las preguntas que ronda con mucha insistencia es si este cónclave podrá elegir a un Papa africano o asiático. ¿Podrá haber un Papa de color? ¿Estará la Iglesia Católica preparada para dar un salto cuántico e inclinarse por un perfil africano en un momento donde progresa el Islam y cuando Obama despacha en la Casa Blanca? ¿Qué tantas posibilidades hay de elegir a Peter Turkson de Ghana, a pesar de que figura en la lista negra de acuerdo a la organización estadounidense SNAP? Interrogantes que también se acompañan de la posibilidad de elegir a un Papa asiático, el cardenal filipino Luis Antonio Tagle de 55 años, que para los integrantes de la curia romana parece todavía muy joven.
Éste será el primer Cónclave de la Era del Internet. Para estar al pendiente de noticias, perfiles de los candidatos, transmisiones en vivo, así como los rituales del Cónclave, ya hay una app disponible para iOS y Android. Has click en la imagen para ver en iTunes.
El reto de elegir a un nuevo líder de la Iglesia Católica mundial también pasa por la necesidad de transformar a esta institución que muchas veces parece inamovible y patriarcal y que se destaza en rivalidades intestinas. La renovación de la Iglesia implica abordar cuestionamientos muy espinosos y debates casi interminables sobre el fin del celibato, la aceptación del uso del condón y la píldora anticonceptiva, así como el tema pendiente del aborto y el ministerio femenino.
Las reformas del pontificado requieren examinar la forma de cómo se ejerce el poder papal en un mundo globalizado, interdependiente y fuertemente determinado por los vectores de la ciencia y tecnología y cuando vivimos en un mundo más democrático en el que la transparencia y rendición de cuentas parecer ser un gran detonador, respuestas que muchas veces encuentran un lugar más seguro en el regreso al hermetismo, conservadurismo y tradición.