La ciberseguridad en un mundo globalizado


La agenda de seguridad internacional en el siglo XXI se ha visto trastocada por nuevos flagelos. A la inseguridad económica, climática, alimentaria y energética global se le debe sumar la amenaza cibernética y los nuevos riesgos que entraña la conexión digital inmediata e instantánea en un mundo altamente globalizado e interdependiente. La nueva carrera armamentista a nivel mundial posiblemente dejará de disputarse en las fronteras tradicionales, como las terrestres, marítimas o aeroespaciales para darle paso a un nuevo campo de batalla: el ciberespacio.

Fuente: The Economist
Fuente: The Economist

Hoy las guerras se pueden hacer por otros medios y sin la necesidad de bombardear físicamente al país enemigo. En realidad las guerras cibernéticas prometen afectar los servicios modernos que dependen de la utilización de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) y de la estabilidad del espacio virtual. Por eso son tan peligrosas, porque en cuestión de instantes se pueden atacar los sistemas que controlan las redes eléctricas, hídricas, de distribución de petróleo y gas, así como la paralización de los sistemas financieros o de suministro de transporte, entre otras. Es mediante el robo de información, el desfalco virtual de la tecnología y el sabotaje de la economía que este tipo de guerras puede violentar la seguridad gubernamental, ciudadana y empresarial, generando caos e inestabilidad y provocando daños inimaginables.

La amenaza de una guerra cibernética nunca ha tenido tanta relevancia como en la actualidad. Una espiral de países a través de sus comandos informáticos y tecnológicos se encuentran desarrollando las “armas cibernéticas” con un doble objetivo, para conseguir ciertos fines políticos, económicos y militares y al mismo tiempo para empoderar sus capacidades defensivas y ofensivas en el universo virtual. De esta manera, en el ciberespacio ya se dan cita un cocktail de dispositivos malignos para cometer robos de identidad y otros crímenes cibernéticos que utilizan los virus, gusanos informáticos, códigos destructivos, programas contaminados que junto con los llamados caballos de troya y spyware están poniendo en jaque los sistemas de inteligencia y seguridad mundial.

Las nuevas tecnologías están transformado la naturaleza de las guerras que se asoman en el siglo XXI. El Internet ha tenido un impacto transcendental en la vida pública y privada, ha logrado descentralizar y democratizar el poder y la información, dándole juego a otros actores no convencionales de las relaciones internacionales que nos hacen enfrentarnos a otras amenazas como el ciberterrorismo y la ciberdelincuencia, flagelos que están poniendo en entredicho las capacidades de cualquier Estado para proteger sus estándares de seguridad.

Anonymous, el grupo de activistas cibernéticos diseminados a lo largo y ancho de la red, es considerado como una amenaza de seguridad nacional por países alrededor del mundo.Fuente: Forbes
Anonymous, el grupo de activistas cibernéticos diseminados a lo largo y ancho de la red, es considerado como una amenaza de seguridad nacional por países alrededor del mundo.
Fuente: Forbes

Son las nuevas tecnologías de la información las que están alterando las relaciones entre los gobiernos y los ciudadanos y las que están moldeando los nuevos paradigmas que se entretejen con los espacios de la política, economía y sociedad. Un claro ejemplo son las dictaduras y regímenes despóticos de Medio Oriente, quienes no encuentran la manera de abatir a uno de sus más acérrimos enemigos: la sociedad de la información que también jugó en la “hora del cambio” en el mundo árabe, un elemento más que facultó al movimiento de resistencia originalmente protagonizado por los jóvenes, a fin de conquistar mayores libertades políticas y civiles.

EL RETO DE LA CIBERSEGURIDAD EN EE.UU 

En los últimos años EE.UU. ha sobreextendido su rol por el mundo. Los desastres en Afganistán e Iraq, la subsecuente crisis económica del 2008  y las finanzas públicas quebrantadas han obligado a la primer potencia mundial a “volver a casa” y a poner en práctica una política de repliegue con menos dinero destinado a los gastos militares pero más esfuerzos invertidos en el poder suave de EE.UU: más diplomacia, más aliados, más cooperación y más cabildeo y persuasión para conseguir los objetivos del todavía más importante país del mundo. Es bajo el contexto de la contracción del poder duro en EE.UU. que el riesgo de los ciberataques crece y parece sobrepasar a la amenaza global del terrorismo, como lo señalan algunas fuentes.

En la era digital, Barack Obama ha puesto sus ojos en la necesidad de construir una política fuerte de EE.UU. en materia de ciberseguridad. Justamente el presidente presentó una orden ejecutiva durante su reciente discurso del Estado de la Unión, por el que obliga a las agencias federales a compartir información sobre ciberataques con el sector privado y a poner en marcha un marco para proteger las redes, después de que el Senado haya fracasado en aprobar la Ley de Ciberseguridad. En este tenor, resulta sintomático señalar que aún cuando el gasto militar de EE.UU. está a la baja, la partida presupuestal referente al comando cibernético registrará un aumento en los próximos años.

Wikileaks, la organización fundada por el activista Julian Assange, ha filtrado miles de cables diplomáticos clasificados del Departamento de Estado Estadounidense. Justo este lunes, la organización publicó varias comunicaciones diplomáticas sucedidas durante la era Kissinger.Fuente: Wikileaks
Wikileaks, la organización fundada por el activista Julian Assange, ha filtrado miles de cables diplomáticos clasificados del Departamento de Estado Estadounidense. Justo este lunes, la organización publicó varias comunicaciones diplomáticas sucedidas durante la era Kissinger.
Fuente: Wikileaks

Algunos reportes señalan que, durante el 2012, se registró el mayor número de ataques cibernéticos en la historia; embestidas virtuales que no solamente suceden entre gobiernos sino en contra de empresas y websites privados. Por ejemplo, la empresa McAfee ha señalado que EE.UU. recibe un rango de 150,000 a 200,000 ataques por hora y que naciones como Israel sufren de un promedio aproximado de 60,000 ataques cada hora. Asimismo, uno de los reportes de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) ha señalado que Google y Twitter sufrieron agresiones cibernéticas en 2009 y mucho antes fueron lanzados ataques de denegación del servicio contra empresas muy conocidas como CNN, Amazon y eBay.

Las guerras informáticas se practican alrededor de muchos países del mundo. Las tensiones entre Rusia y sus ex repúblicas Estonia y Georgia culpan a las autoridades rusas de diversos ataques a medios de comunicación, entidades del gobierno y bancos. Sin embargo, la guerra cibernética que ha cautivado la atención mundial está relacionada con el programa nuclear iraní, el desarrollo del virus computacional Stuxnet, cuya autoría presume ser estadounidense e israelí. De forma paralela, mucho se ha escrito sobre el software maligno Flame, este malware que se extiende por Medio Oriente y que fue diseñado para robar información estratégica por internet.

Tal vez la nueva guerra cibernética toca sus fibras más espinosas entre EE.UU. y China. La desconfianza mutua deviene tras el informe de la empresa Mandiant que acusa al ejército chino de dirigir una red de ciberespías y hackers con el objeto de obtener información de empresas e instituciones de EE.UU y otros países occidentales. Justamente un tema candente al inaugurar el nuevo relevo generacional en China con la presidencia de Xi Jinping y cuando John Kerry se estrena como Secretario de Estado para participar en la reunión de Ministros de Relaciones Exteriores del G8 en Londres y de ahí hacer una gira por Beijing para tocar los particularidades de este tema, entre muchos otros.

LA CIBERSEGURIDAD Y LOS DESAFÍOS AL DERECHO INTERNACIONAL

La guerra informática presenta nuevos desafíos para el derecho internacional. En primera instancia, la era cibernética ya nos sacude con un nuevo lenguaje que se teje alrededor de categorías que van desde la ciberguerra hasta la ciberpaz y que acompañan a numerosos dilemas jurídicos que hierven en torno a la gobernanza del universo virtual: ¿Se debe gobernar internet para evitar los ciberdelitos? ¿Cómo regular el ciberespacio desde la trinchera del derecho internacional? ¿Habría que actualizar la legislación en materia de conflictos armados? ¿Qué respuestas internacionales se han generado?

A juicio de algunos expertos y activistas gobernar internet resulta un profundo agravio en materia de libertades civiles, un asalto que atenta contra el acceso democrático a la supercarretera de la información y una medida de censura para los internautas, una victoria que encontró eco cuando la ONU estableció que el acceso a internet es un derecho humano. Sin embargo, en EE.UU. se ha planteado la posibilidad de que bajo un ataque informático, compañías privadas puedan intercambiar información sobre los usuarios con agencias federales, para muchos una manera de controlar la red por parte de las instituciones militares, cuando ésta debe permanecer en manos de la sociedad civil. Varias leyes han sido congeladas, como la Ley de Protección de Intercambio de Inteligencia Cibernética (CISPA, por sus siglas en inglés), la Ley SOPA, que significa Stop Online Piracy Act que busca combatir el tráfico de contenidos en internet y la Protect IP Act (PIPA), que también está asociada a la piratería de los medios.

La guerra cibernética dista de estar incluida en el derecho internacional, los ataques informáticos son posteriores a muchas de la convenciones vigentes. No obstante, el desafío en materia de regulación se antoja enorme, empezando por considerar cuando las agresiones digitales son simples provocaciones o bien actos de guerra. Se ha comentado, que al interior del Pentágono está tomando revuelo el concepto de “equivalencia” es decir, si un ataque cibernético produce los mismos efectos en cuanto a muertes, daños y destrucción que un ataque militar tradicional entonces se pudiera utilizar el uso de la fuerza.

La ONU, la OTAN y el Consejo de Europa, tan sólo son algunos ejemplos de instituciones que están buscando incluir en sus mandatos la lucha contra la ciberdelincuencia y la cooperación entre aliados y pares. Algunos países están buscando crear un tratado para limitar las “ciberarmas” mientras que otros piensan que es innecesario y le apuestan más bien a la necesidad de entablar acuerdos bilaterales en materia de ciberseguridad y ciberdelincuencia. De igual manera está pendiente la actualización de la legislación en materia de conflictos armados, pues muchas de las características de los ataques convencionales no aplican para los ataques cibernéticos.

El año pasado la PGR, en colaboración con la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) llevó a cabo el "Taller sobre la prevención y lucha contra el uso de Internet con fines terroristas".Fuente: UNODC
El año pasado la PGR, en colaboración con la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) llevó a cabo el «Taller sobre la prevención y lucha contra el uso de Internet con fines terroristas», que contó con la presencia de varios expertos internacionales en el tema. En la foto: Elvira Tejada de la Fuente, fiscal de criminalidad informática de España, durante el taller.
Fuente: UNODC

Y en medio de la revolución digital ¿Qué estamos haciendo en México en materia de ciberseguridad? Sabemos que los ciberdelitos van a la alza, los fraudes electrónicos, robos de identidad, extorsión y muchos otros que se cometen desde la extraterritorialidad y supranacionalidad ¿Realmente estamos preparados para combatir el crimen en línea? México está lejos de atajar esta realidad, pero también lo está América Latina, según un estudio reciente de la ONU, la única región que no está presente en los esfuerzos contra el cibercrimen es América Latina.

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