2014 no será un año sui generis para la matemática electoral mundial. Si utilizamos los marcos comparativos internacionales nos damos cuenta que será un periodo distinto de aquel sucedido en el 2012, cuando cuatro de los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU -Rusia, Francia, Estados Unidos y la llegada de la quinta generación de líderes a China- celebraron elecciones e inauguraron nuevos ciclos políticos.
Precisamente el año que se estrena se parece más al ciclo electoral del 2013, aquel periodo que atestiguó citas electorales claves desde el punto de vista geopolítico, elecciones en Asia y Medio Oriente que se celebraron en Israel, Irán y Pakistán y que en este 2014 rematan con los comicios en Iraq y Afganistán, al tiempo de estar pendientes con lo que suceda en Egipto y Siria.
Si bien este 2014 dista de ser un año de grandes elecciones en términos de poderes globales, es un periodo importante para las economías emergentes. Esto no es un asunto menor, pues las economías emergentes están motorizando el crecimiento económico mundial a pesar de su mayor ralentización.
Hay cinco países emergentes que entran a la palestra electoral en este año. De los países BRICS, hay tres que celebran comicios: Brasil, India y Sudáfrica, y otros dos países del recién llamado MIKTA, el nuevo acrónimo que refiere al grupo conformado por México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía y Australia. Justamente Indonesia en julio y Turquía en agosto renovarán sus liderazgos políticos.

En este recorrido se asoman las elecciones al Parlamento Europeo del 22 al 25 de mayo, una jornada que no hay que desdeñar pues se juega el rumbo y la dirección de este experimento comunitario y supranacional que cayó en una dificultad mayúscula a partir de la crisis financiera del 2008, la cual los obligó a asumirse frente al mundo con un menor peso y talla internacional.
A pesar de que el viejo continente técnicamente ya salió de la recesión, los decisores europeos están nerviosos, en primer lugar porque se vive un momento clave de la gobernanza económica inconclusa que camina hacia la unión política, bancaria y fiscal al tiempo que los 28 países de la Unión Europea (UE) tendrán que ponerse de acuerdo para renovar los principales cargos comunitarios -ni más ni menos que bajo la presidencia rotativa de Grecia-.
Más allá de estos factores, el pulso político se juega en el descrédito que pudiera obtener la Europa comunitaria al deslizar sus preferencias y afinidades políticas más hacia los partidos extremos y euroescépticos que frente a las fuerzas euroentusiastas.
Otra cita electoral clave la tenemos con las elecciones intermedias en Estados Unidos. Aún cuando Barack Obama puede solventar estos comicios bajo un mejor desempeño económico resulta poco probable que el partido demócrata arrebate la mayoría republicana en la Cámara de Representantes. La verdadera batalla está en la renovación de un tercio del Senado, donde los republicanos harán todo lo posible para obtener el control parlamentario, tras la retirada de algunos senadores demócratas.
Las elecciones intermedias en Estados Unidos son importantes, ya que de la fortaleza y contundencia de los resultados dependerá que la economía más grande del mundo ratifique su posición como motor de la economía internacional. – El Economista
No olvidemos que Estados Unidos es un país en donde los intereses partidistas muchas veces son más fuertes que los propios intereses nacionales, como botón de muestra el cierre del gobierno en el 2013.
Por último, y no menos importante, llegamos a las elecciones de América Latina, un año de intensa actividad para siete países de la región.

De entrada un año crucial para Centroamérica pues las batallas en Costa Rica, El Salvador y Panamá ponen por delante los enormes desafíos políticos, económicos, sociales y de seguridad que enfrenta el istmo, un recordatorio para México el hermano grande, que ha sido un país de influencia natural en esta zona pero que ha visto diluir su presencia como producto de una actitud más cautelosa que proactiva. Además del expresidente Tony Saca que busca reelegirse en El Salvador, en este 2014 también están a prueba las aspiraciones del exmandatario Tabaré Vázquez en Uruguay y de los mandatarios que buscan reelegirse en Colombia, Brasil y Bolivia.
¿En qué contexto se celebran estas siete elecciones en América Latina? En primer lugar tenemos un contexto de bonanza económica y una tasa de crecimiento relevante en la última década -a excepción del 2008 y 2009- que se palpa sobre todo en los países sudamericanos que están mayormente conectados a la demanda de materias primas de China, la segunda economía mundial. Por su parte, los países mesoamericanos como México y Centroamérica, así como los del Caribe atestiguamos crecimientos económicos más deslucidos frente al anclaje geopolítico que tenemos con Estados Unidos, el epicentro de la crisis financiera que se disparó hace seis años.

Las elecciones del 2014 nos vuelven a recordar el paso dispar y heterogéneo de los países de América Latina y los divisores geopolíticos que dan cuenta de la «desunión regional». Más allá de la disonancia entre el Mercosur y la Alianza del Pacífico (AP) en términos económicos y comerciales, en el ruedo político las cosas se pudieran cifrar así: la posible reelección de Juan Manuel Santos representaría una victoria para la derecha conservadora en Colombia, la de Dilma Rouseff para la izquierda moderada de Brasil y la de Evo Morales para la izquierda radical de Bolivia y los países del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) que están comandados por la todavía Venezuela.
Todo un mosaico de proyectos políticos, económicos e ideológicos antagónicos que se desarrollan al calor de la creciente desigualdad social, en un momento que se atestigua la revolución de las expectativas y el engordamiento de las clases medias en la región.