El 28 y 29 de enero se celebra la Cumbre de los 33 países que integran la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en La Habana, el nuevo mecanismo de concertación política, cooperación e integración de los estados en el que se excluye a EE.UU y Canadá. El organismo de reciente creación ha levantado olas bajo los ojos de la OEA, a propósito de la campaña de desprestigio que ha sufrido por los ataques constantes de los países del ALBA que buscan apuntalar un proyecto de integración regional sin la influencia de Washington.


FUENTE: Lanacion.com.ar
La presencia de José Miguel Insulza, el Secretario General de la OEA en La Habana marca un punto de inflexión. Hay que recordar que Cuba fue miembro de la OEA hasta 1962, cuando fue suspendida por abrigar un régimen comunista y 47 años más tarde, el organismo continental levantó la sanción pero el gobierno cubano descartó su retorno. Más allá de la asistencia a un simple foro regional, la visita a La Habana marca un parteaguas en la relación entre Cuba y la OEA, (la primera vez en medio siglo que un secretario de la OEA pisa suelo cubano) lo que pudiera dar paso a la normalización de las relaciones. ¿Recibirá Insulza a los dirigentes de la oposición cubana respaldando la Carta Democrática Interamericana o sólo le dará un espaldarazo al gobierno castrista?
Desde hace muchos años, Cuba ha sido un tema que le quita el sueño a la agenda latinoamericana. Su férrea dictadura en manos de los hermanos Castro con 55 años de existencia ha sido un asunto espinoso para la Latinoamérica enfrentada y dividida. En Cuba se cruza la extinta guerra fría, el embargo de EE.UU. y las ideologías que ponen por delante las acciones en nombre de la soberanía, autodeterminación de los pueblos y la no intervención. Para muchos la receta anacrónica que postulan diversos grupos políticos de las Américas que privilegian la práctica democrática y la defensa a los derechos humanos.
Una de las críticas más duras hechas a la joven CELAC se recibió cuando el organismo latinoamericano entregó la presidencia pro témpore a Cuba. Habría que recordar que en el 2013, La Habana recibió de manos de Chile esta tarea. Un reflejo de la política del doble rasero que existe en América Latina cuando se trata de democracia y respeto a los derechos humanos. Después de más de medio siglo, Cuba sigue siendo gobernada bajo el único partido legal que existe, no celebra elecciones libres ni competidas y es ampliamente reconocida por su sistema excluyente y represivo en aras de acallar a grupos opositores, discrepantes y disidentes. ¿Haberle otorgado a Cuba esta deferencia hace cómplices a los países de América Latina de su dictadura? ¿Por qué darle una certificación implícita a La Habana cuando el organismo tiene como objetivo clave promover la democracia?

Otro punto flaco y tambaleante de la política democrática latinoamericana que se expresa en el marco de la CELAC encuentra eco ante la negativa que han mostrado muchos presidentes latinoamericanos de reunirse y entrevistarse con líderes disidentes como los presos de conciencia y las damas de blanco. Quienes por cierto (buscan habilitar la “otra cumbre”), aquella en la que prevalezca la libertad de ideas, la defensa de los derechos políticos, la promoción de los derechos humanos y el pensamiento con el mundo exterior. Precisamente, la contra-cumbre que se organiza de manera paralela en La Habana está organizada por la oposición cubana y grupos civiles independientes en colaboración con el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL). Un centro de pensamiento pionero con sede en Buenos Aires que busca impulsar la adopción de una agenda democrática y a favor de los derechos humanos en materia de política exterior.
Figuras emblemáticas como el disidente Guillermo Fariñas y la bloguera Yoani Sánchez han estado apoyando la contra-cumbre con un discurso que no solamente aboga por una rectificación o actualización del modelo económico sino de una verdadera transformación que conlleve al fin de una tiranía. Los abusos, la represión y las detenciones arbitrarias siguen tocando las puertas del movimiento ciudadano que lucha en contra de los muros vitalicios del poder. En fechas recientes la intimidación contra activistas de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) como Félix Navarro y Oscar Elías Biscet de la Fundación Lawton de Derechos Humanos.
Si bien Cuba merece estar reinserta en la comunidad internacional y en los esquemas de integración regional no es recomendable que presida los trabajos de instituciones que trabajan por objetivos democráticos. La credibilidad se pone en vilo tanto de un lado como del otro, la CELAC y los gobiernos que elegidos democráticamente apoyaron su candidatura para que asumiera la presidencia temporal, como de la misma isla que nos deja ver una política exterior que no concuerda con su política interior y que contradice su sistema político y su forma de actuar.
LA POLÍTICA MEXICANA DE ACERCAMIENTO CON CUBA
Dentro de la política exterior de México hay relaciones bilaterales más sensibles que otras y temas más cuidados que otros. Este es el caso de las relaciones México-Cuba que han adquirido una significación especial a través de los años. Una historia que tiene como punto de inflexión el triunfo de la revolución cubana y el manejo diplomático astuto de México que bajo las presidencias priistas del “centro” pudieron sortear con mayor independencia la política exterior y transar las enormes presiones que arrojaba el conflicto latente entre Washington y La Habana.

Después de una serie de percances y del momento más crítico de las relaciones entre México y Cuba que tuvo lugar en 2004, cuando hubo retiro de embajadores y se evitó la prueba de la ruptura oficial bajo la presidencia de Vicente Fox, la vuelta del PRI a Los Pinos ha sido leída con mucho entusiasmo desde La Habana. Recordemos que las relaciones entre Cuba y los 12 años del panismo en México estuvieron caldeados por tensiones y agresiones. El bono democrático del foxismo que se alejaba de los principios de la autodeterminación de los pueblos y la no intervención pronto hicieron emerger el tema de los derechos humanos y la práctica democrática como instrumentos de la nueva política exterior que practicaba el gobierno en turno.
Un nuevo enfoque se estrenaba en la relación entre México y Cuba, para los gobiernos panistas ningún gobierno o estado puede invocar la autodeterminación para justificar la violación de los derechos humanos en contra de sus propios pueblos. De esta manera quedaba marcada la pauta de las relaciones hacia La Habana, justamente el enfriamiento que ahora el nuevo gobierno del presidente EPN busca superar, tratando de recuperar la confianza perdida y elevar su capacidad de interlocución. Precisamente en la Cumbre de la CELAC se dejan entrever las prioridades de la política exterior de México hacia Cuba, actualizar el marco jurídico de la relación bilateral y promover la agenda económica, comercial y de cooperación, silenciando los asuntos espinosos de los derechos humanos. Bajo esta tesitura no se espera que el presidente mexicano se reúna con líderes opositores y disidentes.
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Bajo la consigna de relanzar las relaciones bilaterales, el gobierno mexicano condonó a finales del 2013 el 70% de la deuda del gobierno cubano, un hecho controvertible que fue recibido con poco entusiasmo por parte de la opinión pública mexicana cuando no vivimos tiempos de bonanza económica y se debatían las particularidades de la reforma fiscal. Con este gesto político los Hermanos Castro reciben un mensaje para impulsar las relaciones bilaterales y el presidente EPN siembra el espíritu de cooperación y esquiva aquel de la confrontación.
Dentro del contexto de la reunión de la CELAC llama la atención un nuevo movimiento diplomático de la UE: la posibilidad de eliminar la llamada Posición Común que condiciona el diálogo institucional con La Habana en materia de avances a los derechos humanos y libertades civiles en la isla. Algunos señalan que no ha habido dividendos de aislar a Cuba, muchos países de la UE no respetan esta especie de bloqueo y las relaciones frecuentes con el gobierno cubano han superado esta condición. No olvidemos que la UE es el primer inversor en la isla.