Bajo el sustento de una oligarquía tradicional amparada en el sistema dorsal del café, dictaduras militares como forma de gobierno, doce años de cruenta guerra civil y territorio rehén de la Guerra Fría, El Salvador encontró en los Acuerdos de Paz firmados en el Castillo de Chapultepec en México (1992), el punto de inflexión que logró la transformación de la vida política, económica y social del país. Una realidad a la que se sumó el reconocimiento legal que se le otorgó al Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) como partido político y cuyo propósito, hoy, es repetir por segunda ocasión en la casa presidencial bajo el liderazgo del vicepresidente Salvador Sánchez Cerén.
Fuente: hoy.com.do
Tras la primera vuelta electoral del pasado 2 de febrero en el que ningún candidato resultó ganador al no superar la barrera del 50%+1 de la votación total, la sorpresa se adueñó de la élite política y económica salvadoreña al atestiguar un suceso no visto desde hace 20 años. El próximo 9 de marzo se celebrarán los quintos comicios presidenciales desde que se estrenó la democracia y será bajo la fórmula de una segunda contienda electoral; la oportunidad para que ARENA (Alianza Republicana Nacionalista) pueda reconfigurar sus votos y atraer a aquellos militantes y disidentes de la derecha dividida que están comandados por el expresidente Antonio Saca.
Fuente: diariolatino.biz
Precisamente y bajo una hipotética derecha unida la cual pudiera empatar el 11% del diferencial de votos que obtuvieron ARENA y el FMLN en la primera cita electoral. Sin embargo, se espera un voto dividido de la derecha salvadoreña lo que no hará posible sacar de la contienda al exguerrillero Salvador Sánchez Cerén. El desafío se juega en la medida de captar los votos de los electores contrarios y de movilizar a los indecisos con el objeto de disuadir el escandaloso abstencionismo que alcanzó la cifra del 46.5% de la población, según las estimaciones del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Fuente: infolatam.com
De materializarse el triunfo del FMLN en contra de Norman Quijano del partido hegemónico de centro-derecha, nuevamente América Latina atestiguaría la investidura de un revolucionario al frente del poder. No se trata de la primera ocasión que esto sucede, recordemos que Dilma Rousseff en Brasil -la joven guerrillera quien luchó en contra de la dictadura militar y que pasó dos años en la cárcel- se convirtió en la máxima mandataria del país carioca o bien el ejemplo de Pepe Mújica, el presidente de Uruguay, miembro de la guerrilla urbana de izquierda radical: los tupamaros.
La tregua con los mareros
A 22 años de distancia de la instauración y desarrollo de esta democracia precaria, El Salvador sigue enfrentando el problema matricial de la inseguridad y el crimen. Después de Honduras y Venezuela, este país se ha convertido en el más violento de América Latina, una realidad que encuentra un caldo de cultivo en la pobreza que carcome al 34.5% de sus seis millones de habitantes y una creciente desigualdad, de acuerdo a cifras de Naciones Unidas.
Fuente: xpressate.net
Al calor del escenario de la guerra civil que le cobró la vida aproximadamente a 75,000 personas surgieron las pandillas juveniles como las Maras Salvatrucha (M-13) y el Barrio 18, un fenómeno que ya forma parte del tejido social y que no se puede desligar de los determinantes históricos de la inmigración, la marginación socioeconómica y el duelo de rivalidades entre pandillas desde las cárceles de Los Ángeles. No obstante, el presidente Mauricio Funes ha incrementado su capital político y su margen de maniobra al haber negociado un “pacto de no agresión” con las pandillas criminales a través de la mediación de la iglesia. Los resultados están a la vista: la disminución sustantiva de los homicidios a cambio de beneficios y privilegios carcelarios.
Fuente: marasypandillaslatinas.blogspot.mx
Y es que el tema de la tregua con los mareros saca chispas en otros países de Centroamérica como Honduras y Guatemala, así como al interior de los mismos. De entrada el ala política de la derecha conservadora se muestra en contra de reconocer a estos actores como interlocutores legítimos y válidos, mientras que la izquierda ha dado un vuelco para superar el enfrentamiento directo y la mano dura que sólo ha probado escalar el clima de violencia e inseguridad, incluso una bocanada de oxígeno que ha probado tener mayor éxito en El Salvador que en Honduras, el país vecino que ha estado encabezado por el expresidente Porfirio Lobo, tras el golpe de estado en 2009 y que ahora está comandado bajo el liderazgo conservador del nuevo presidente Juan Orlando Hernández.
No obstante este panorama, en el teatro de la política exterior se asoman varias incógnitas. De resultar electo Salvador Sánchez Cerén ¿Habrá un giro más enfático hacia los países del ALBA? ¿Le podrá apostar el candidato del FMLN a la Venezuela de Nicolás Maduro en un momento de multicrisis? ¿Terminará por sostener el referente más progresista que practica Pepé Mújica en Uruguay? Frente a este juego de cartas, puede haber una salida más pragmática y menos ideologizada precisamente situando los intereses estratégicos de El Salvador en el Pacífico y abordando los incentivos e irritantes de mantener una relación económica privilegiada con EE.UU. De tal modo, la Alianza del Pacífico (AP) cobraría interés geopolítico al lado de México, Colombia, Pérú, Chile y seguramente Costa Rica y Panamá.