Un nuevo capítulo de muerte y desesperanza se fraguó en el conflicto palestino-israelí cuando Benjamín Netanyahu dio luz verde a la operación “Margen Protector” los ataques aéreos en Gaza que comenzaron el 8 de julio y a los que le siguieron una ofensiva terrestre como respuesta a las nuevas hostilidades de Hamas. Un conflicto que no se puede descontextualizar de las diez guerras que Israel ha padecido en Medio Oriente -desde su independencia y hasta la actual pasando por las dos guerras de Líbano- así como dos intifadas y un proceso de paz con los palestinos que ha fracasado una y otra vez por la falta de un sistema generador de confianza y reconocimiento mutuo entre dos pueblos que se han herido física y moralmente a lo largo de décadas.
Fuente: diariocontraste.com
A las diferencias históricas, culturales, religiosas y políticas se le deben sumar los casi insuperables desencuentros y resentimientos cruzados entre los actores políticos que no han encontrado una manera civilizada de comunicarse. Bajo esta dura realidad se destazan los nuevos contextos internacionales, regionales y locales que condicionan las mismas claves del conflicto y que calzan su rumbo al calor de los incentivos y costos que se despliegan para cada una de las partes. Coyunturas, sed de poder, venganza y odio avivan este berenjenal que se encumbra como uno de los conflictos más complejos del mundo y principal clave de inestabilidad en Medio Oriente. Sin embargo, la paz, no puede ser otro camino imaginado más que la coexistencia -no necesariamente cordial- pero si pacífica entre Israel y Palestina como dos estados soberanos e independientes.
Fuente: yucatan.com.mx
El secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes en Cisjordania seguido del asesinato de un joven palestino y una lluvia de proyectiles lanzados sobre la población de Israel provocó una nueva ofensiva militar sobre Gaza que le ha cobrado la vida a casi 2,100 palestinos y más de 70 israelíes, tras siete semanas de guerra y varias treguas colapsadas. Netanyahu culpó a Hamas de este crimen, pese a que esta organización no reivindicó dicha acción, que se presume la materializó el clan Cawasmeh, -una facción radical al interior de Hamas-. Vale la pena traer a colación que el pueblo palestino se encuentra dividido políticamente entre Fatah, con gobierno en Cisjordania y Hamas, con gobierno en Gaza, este último un movimiento de resistencia islámico que es considerado como terrorista por parte de EE.UU. y la UE.
La nueva ofensiva militar de Israel en contra de Hamas sucede en un contexto distinto a aquella sucedida en noviembre del 2013, cuando la reconciliación intrapalestina todavía no tenía lugar. Dentro de los cálculos racionales de Netanyahu, la guerra enconada entre Hamas y Fatah debía continuar, sin embargo la enemistad terminó cuando se proclamó un “gobierno de unidad nacional” en abril del 2014, sellando así un acuerdo político histórico y de la mayor envergadura para el pueblo palestino. Cabe resaltar que Hamas desde una posición de debilidad –pérdida de popularidad antes de la última guerra con Israel- y de un mayor aislamiento frente Egipto, Siria e Irán terminó por aceptar los términos exigidos por Mahmoud Abbas: asumir forzosamente los acuerdos con el estado de Israel, lo que implicaba abandonar su negativa a reconocer su existencia.
Fuente: sp.ria.ru
El conflicto palestino-israelí está azotado por la guerra, la guerra que cambia el orden imperante, que permite visibilizar las fortalezas y debilidades del enemigo y mover las fichas del juego bajo otros criterios. Tenemos a un Israel sorprendido por los túneles y toda una infraestructura construida bajo tierra ¿En verdad la “Gaza subterránea” se escondió ante los ojos de uno de los servicios de inteligencia más importantes del mundo? Hamas también sorprende por su capacidad militar más sofisticada y el uso por primera vez de drones. Y es que la paz no llega tras la opción militar y entre actores políticos extremistas. ¿Hay esperanzas de fomentar la paz desde la sociedad civil, actores-base que puedan escalar y acorralar a los actores políticos?
LAS CLAVES INTERNAS EN ISRAEL
La operación “Margen Protector” encuentra dedicatoria en el contexto político israelí y en la hostilidad de Hamas. Tras las elecciones anticipadas de enero del 2013 en Israel, la ultraderecha resultó ganadora bajo la fusión del partido Likud de Benjamín Netanyahu con el partido Israel Beitenu liderado por el canciller Avigdor Lieberman. Con 31 asientos conseguidos de 120 de la Knesset, el primer ministro se vio obligado a formar un gobierno de coalición con el partido “Hay Futuro” de Yair Lapid, el partido “Hogar Judío” de Naftalí Bennet y el partido “Hatnuah” de Tzipi Livni que lo hizo conseguir 68 escaños. En otras palabras, la ultraderecha israelí se aprovechó de la caída estrepitosa del partido “Kadima” y de los laboristas.
Aún cuando las encuestas señalan que Benjamín Netanyahu creció sus índices de popularidad tras la ofensiva “Margen Protector” el primer ministro se antoja débil al interior de su coalición de gobierno, una coalición agrietada por las fisuras que amenazan con su caída y una nueva convocatoria a elecciones al constatar la dificultad de mantener las legislaturas con vida. Mientras que Naftalí Bennet, miembro de la coalición de gobierno ha tachado a Netanyahu como “débil” y no saber defender con firmeza la seguridad de Israel, el ultranacionalista Lieberman anunció su salida de la coalición aunque no dejó el gobierno, tras la respuesta “moderada” que Netanyahu pensaba brindar ante los cohetes lanzados desde la franja de Gaza.
Pese a que los partidos de derecha y ultraderecha gobiernan actualmente en Israel, no perdamos de vista que Israel es algo más que su coalición radical de gobierno, hay otro Israel, el Israel del centro político y de las voces moderadas que rechazan la violencia como arma política. La oferta electoral israelí es amplia y variada, partidos laicos, religiosos, de derecha, centro e izquierda nutren a esta sociedad plural y democrática. Además, existen un cúmulo de organizaciones e intelectuales que piden la resolución pacífica del conflicto. El mismo Amos Oz, escritor y activista israelí aboga por la solución de los dos estados, David Grossman, la otra prestigiada voz que es partidaria de un estado palestino libre y soberano al tiempo de no olvidar las protestas sociales en Haifa que nos hacen ver que una parte de la sociedad está en contra de la guerra.
Fuente: sipse.com
El abismo entre Israel y Hamas se trata de achicar con las negociaciones en el Cairo. Hamas pide levantar el bloqueo por tierra, mar y aire que le ha impuesto Israel para acabar con el aislamiento y crisis humanitaria en la que viven los gazatíes. Además aboga por la construcción de un puerto y aeropuerto y la liberación de presos, sin embargo la “mayor prisión a cielo abierto” goza de la complicidad también de Egipto, el país que esquiva una y otra vez el tema de reabrir su paso fronterizo por Rafah. El Cairo también es responsable del bloqueo a Gaza y es que Abdel Fattah al Sisi le apuesta al flaqueo de Hamas porque entre manos planea modernizar el Canal de Suez, algo que requiere la atracción de capitales extranjeros y acotar la violencia. Por otro lado, Israel exige el desarme de Hamas, una divisa difícil de conseguir porque el movimiento de resistencia islámico perdería su razón de ser.
Quizá, la gran tragedia en Israel y Gaza es que gobiernan actores políticos extremistas y ultranacionalistas frente a la encogida centrista. En otras palabras ¿qué ingrediente en común tienen Benjamín Netanyahu y Hamas? Ambos son actores políticos débiles dentro de su propia configuración de gobierno que los alienta a encontrar en la guerra su mejor carta de rentabilidad política. Con la guerra, aumentan sus índices de popularidad que los dota de oxígeno para quedarse más tiempo en el poder. No hay paz porque se requieren de otros escenarios, correlación de fuerzas y liderazgos. En ese sentido, las elecciones en Palestina se antojan urgentes bajo el supuesto gobierno de unidad nacional pero ¿habrá elecciones adelantadas en Israel?
LOS ACTORES INTERNACIONALES ALREDEDOR DEL CONFLICTO
El conflicto palestino-israelí está supeditado a los equilibrios geopolíticos y a los intereses estratégicos que portan sus países vecinos y las potencias extranjeras en la región y al juego político interno dictado por los cambios de gobierno, las tendencias ideológicas, la situación económica y la emergencia de nuevas fuerzas sociales, todos ellos factores que influyen en la toma de decisiones que afectan el clima de paz o guerra.
Egipto juega un papel central en el conflicto palestino-israelí. En primer instancia porque tiene firmado un tratado de paz con Israel y comparte fronteras con Gaza e Israel. Con una tradición diplomática de gran calado y “hermano grande” del mundo árabe, Egipto ha perdido credibilidad regional. Aunque es el interlocutor principal en las pláticas entre palestinos e israelíes, este país ya no es el mismo desde la caída de Mubarak tras las revueltas de Tahrir. Recordemos que el nuevo presidente al Sisi se coronó tras un golpe de estado en contra del expresidente Morsi y bajo la cacería en contra de la hermandad musulmana. Por su parte, Hamas, quien pertenece a los Hermanos Musulmanes se ha quedado aislada en su relación con Egipto, pues al Sisi busca reducir a Hamas a un bastión sin poder y fuerza, el aliciente que obligó a Israel a aceptar la mediación de Egipto.
Un nuevo equilibrio de poderes a nivel regional se destila frente a los desvelos internos de Egipto. Hamas cambió de bando y escogió a otros aliados, ya no serían los chiitas de Irán o los alauitas en Siria, sino se acercaría a los Hermanos Musulmanes en Egipto y a las Monarquías del Golfo Pérsico que en su mayoría son sunitas y tradicionales aliados de Washington. Aunque Catar es uno de los principales promotores, financistas y sede de las operaciones del movimiento islámico, no ha podido jugar un rol de primera línea en la mediación entre palestinos e israelíes, en parte porque el Estado judío hubiera rechazado su mediación. Tampoco olvidemos que las aspiraciones regionales de Catar son calzadas y acotadas por Arabia Saudita.
Irán es otro país que ha decidido dar la batallar para incrementar su peso y talla en los corredores regionales. Su hoja de ruta pasa por la necesidad de pelear en dos frentes: Gaza y Siria. Aún cuando el régimen chiita del Ayatolá busca militarizar a Hamas sus relaciones se han degradado porque Hamas no le apuesta al régimen de Bashar al Assad en Siria, una apuesta geopolítica contraria a la de Irán. Al panorama tan enredado en el mundo árabe se le suma un nuevo actor: la proclamación del califato en Irak y Siria en manos de ISIS y su rivalidad con Hamas. La doctrina salafista considera la cuestión israelí secundaria y no aboga por la creación de nuevos estados, sino por el establecimiento de un sólo califato unido bajo prioridades religiosas.
Fuente: hispantv.ir
EE.UU. el mayor aliado de Israel y financista principal del domo antimisiles ha visto descender su influencia preeminente en la zona. El mismo John Kerry recibió el revés del Reino Unido de suspender algunos permisos de exportación de armas a este pequeño país del Medio Oriente. Bajo la política de repliegue de Barack Obama y el apoyo a la mediación egipcia, la Casa Blanca se cuida ante la crisis en Gaza debido a la cercanía de las elecciones intermedias que no permiten poner en peligro los votos movilizados por el lobby judío.