El mundo está de cabeza por la pandemia del coronavirus. El patógeno que sellará un antes y un después en el acontecer político, económico y social del siglo XXI. Algunos lo equiparán con el parteaguas que dejaron los ataques terroristas del 9/11 en Estados Unidos en el 2001, perpetrados por la red yihadista Al Qaeda y que provocaron la guerra en Afganistán y dos años más tarde en Irak. O bien, la caída de Lehman Brothers en 2008, la quiebra del gigante financiero que propagó la crisis económica mundial. Quien no reconozca la importancia del mundo comete un grave error.
La propagación del virus pone a prueba a todos los actores políticos: presidentes, jefes de Estado o de Gobierno, gobernadores, alcaldes, líderes comunitarios, delegados y organismos regionales e internacionales. Todos están bajo la lupa y el escrutinio público, pues los tomadores de decisiones deben mostrar su capacidad y responsabilidad para controlar el brote, salvar vidas y contraer al máximo las repercusiones económicas.
La canciller alemana, Angela Merkel, afirmó que Alemania se encuentra ante su mayor desafío desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. La pregunta es si lo tienen claro los gobiernos de América Latina, en especial Brasil y México, primeras dos economías de América Latina, quienes deben de liderar con el ejemplo, pues el Covid-19 ha causado una crisis global súbita y totalmente inesperada de la que nadie puede escapar.
La crisis sanitaria está deteniendo la rueda del mundo, la emergencia que impulsa como flecha la desglobalización trasnacional: el cierre de fronteras, restricciones a la libre circulación, parálisis del tráfico internacional de viajeros y turistas, disrupciones de las cadenas productivas y distributivas y el aislamiento completo de ciudades que están alterando la vida cotidiana de los habitantes del mundo.
Es cierto, antes del surgimiento del coronavirus, el mundo ya atestiguaba un fuerte credo antiglobalizador por sus efectos asimétricos, dispares y altamente desigualadores; pero esta pandemia incendiará la conveniencia de mantener y profundizar las interdependencias y los movimientos de personas, capitales, mercancías y servicios, justo el mensaje que modulan los gobiernos nacionalistas y populistas. Por ejemplo, un reciente estudio del Bank of America señala que un 80% de las multinacionales se plantean la posibilidad de repatriar parte de su producción, aunque se pueda interpretar como una medida temporal para achicar la cadena de producción y suministro, el Covid-19 puede convertir estas medidas en permanentes.

Una ilustración digital del coronavirus muestra la forma de corona que le da su nombre.
El Tratado de Schengen, que garantiza la libertad de movimiento en 22 países de la Europa comunitaria y otros Estados no miembros como Islandia, Noruega y Suiza ha sufrido un descalabro histórico por el “cierre total de fronteras”. Justamente, varios actores de la extrema derecha del viejo continente aprovechan esta coyuntura para clamar su mantra: volver a la política de puertas cerradas y controles fronterizos, el hecho que pone al desnudo como se ha diluido la confianza entre socios, amigos y aliados.
Ahora será el brote pandémico -antes la crisis migratoria- el actor que avive el inacabado debate público sobre “más o menos Europa” o el viejo conocido duelo entre fuerzas soberanistas y supranacionalistas. La geopolítica del coronavirus también pasa por revisar el estado de las relaciones bilaterales y multilaterales. Después de la emergencia pandémica, muchos países tendrán que realizar una operación cicatriz por las chispas diplomáticas generadas.
El caso de México y El Salvador está a flor de piel, después de que el presidente Nayib Bukele haya acusado a México de enviar a personas infectadas; otros ejemplos son el enojo europeo con Trump por haber dictado medidas unilaterales para prohibir los vuelos provenientes de la UE a territorio estadounidense e inclusive la desilusión que sufrió el Partido Comunista Chino por las órdenes de Putin de cerrar fronteras con el gigante asiático, el dúo que busca contrapesar a Estados Unidos en la escena internacional.
Este patógeno también se erige como amenaza electoral, principalmente en Estados Unidos, ante la caída en picada de la economía: el mayor activo de Trump, pero también su más grande dolor de cabeza. Así, la emergencia por el coronavirus, del que ahora es epicentro, puede salirle más costosa que el juicio político por la trama ucraniana, del que salió airoso en el Senado. ¿Sacarán los demócratas y Joe Biden réditos políticos de todo esto? China lo hará, pues Estados Unidos en épocas de Trump no ha mostrado ningún interés por liderar el mundo en horas tan bajas, justo cuando preside el grupo de los siete países más industrializados (G7).
Este artículo fue publicado originalmente en el sitio Expansión
Prácticamente ningún gobierno reaccionó correctamente, eso lo podemos ver, en la gráfica que diariamente ofrece el Financial Times. Salvo honrosas excepciones, como Japón, Corea del Sur, Taiwan y Singapur, el resto, no supo/no sabe qué hacer en sus respectivos países. La mayoría, tomaron la estadística de China y realizaron los siguientes pasos, mandar a la población a su casa, seguido del cierre de fronteras e intentar enfrentar la cantidad de infectados y muertos.
Vamos viendo, el resultado de estas prácticas, en términos de relaciones con los vecinos, o el movimiento de personas y mercancías, así como quien estuvo dispuesto a ayudar. Conforme más Estados, vayan saliendo del contagio, diversas acciones serán puestas en tela de juicio, como lo certeros que fueron los datos que ofrecieron; la relajada conducción del país, como en Italia o España; la política del Buen Samaritano, tanto de China, como de Rusia, será analizada, no solamente por verdadero deseo de ayudar, también por los kits de detección, que no fueron útiles y más bien parece fueron parte de propaganda.
Pero lo más duro, será ver que las previsiones que realizaron, para hacer frente a la crisis económica, servirán de muy poco, pues se requiere que los grandes Estados consumidores de todo, como EUA, China, la UE y Japón (y a ellos. ¿Quién les ayuda?), empiecen a moverse y jalar al resto del mundo.
Buen programa, sobre Trump, las elecciones y el Covid-19. Siempre guapísima de negro, falda y tacones altos. 😍 #SoyFan y pido foto.
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De acuerdo Adgonr, cada vez habrá más elementos de análisis conforme al crecimiento o decrecimiento de casos y sus respectivas consecuencias a nivel doméstico, fronterizo y regional. Esto incluirá la correcta o errónea implementacion de estrategias de cada país. Respecto a la asistencia de China a otros países (mascarillas, respiradores y otros suministros), muchos gobiernos le han agradecido al gigante asiático, mientras que otros no olvidan que la situación es en gran parte responsabilidad del PCCh. Otro elemento que sumar al análisis.
Como mencionas, la crisis económica y recesión será otro gran desafío. China, que parece haber ya salido de la tormenta del Covid-19, ahora deberá recuperar sus altos niveles de crecimiento económico mientras el resto del mundo está en una profunda recesión. No se debe olvidar que depende de la demanda global, y una recesión prolongada demostrará su interdependencia con el resto del mundo.
Muchas gracias por tus comentarios. ¡Eres muy amable!
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