¿Fueron las elecciones legislativas de diciembre del 2011 el punto de inflexión que selló el nuevo despertar político en Rusia? Si bien Occidente denunció fraude electoral, lo que se palpó fue el declive de “Rusia Unida” el partido gobernante que ganó las elecciones legislativas pero que perdió la mayoría calificada de dos tercios, un golpe a la verticalidad del régimen político ruso que ahora tiene que lidiar con más de 200 diputados no alineados al Kremlin, con un sentimiento anti-Putin y sobre todo con las rivalidades que persisten en la clase gobernante.

Fuente: The Daily Mail Online
¿Se complica el paso de Rusia hacia la democracia? La falta de vocación democrática en Rusia ha estado determinada por una cultura política que se ha labrado en el corazón del imperio absolutista, autocrático y monopartidista. El peso de la historia nos enseña que se institucionalizó un Estado coercitivo que invitó a la obediencia más que a la movilidad política y social. El carácter incorregiblemente autoritario de Rusia, tal y como lo caracterizó Mijail Gorbachov, se fermenta en un ADN forjado en “tierras de zares” y que no necesariamente empata con los parámetros de gobernanza occidental.
A la ex Unión Soviética difícilmente le siguió la Rusia democrática. La nueva piel del espacio post-soviético que pasó por Boris Yieltsin y más tarde por Vladimir Putin se tiñó de mano dura para imponer “orden y la estabilidad. Bajo la fórmula bicéfala Médvedev-Putin, la oposición no logra tomar ventaja en un régimen que controla los medios de comunicación y que sufre el golpeteo constante de la vieja guardia política. Ante la falta de verdaderos líderes opositores y la fragilidad del sistema de partidos, Vladimir Putin ganó las elecciones presidenciales del 4 de marzo con un porcentaje general del 60%, en medio de reproches y reclamos de fraude electoral por parte de la oposición.
Acelerar la reforma política en Rusia, parece ser una de las respuestas que Putin parecía ofrecer para neutralizar el descontento anti-Kremlin, uno de los aprendizajes clave de las protestas populares. Entre los reproches, la necesidad de elegir directamente a los gobernadores, simplificar el registro de los partidos políticos, mayor libertad de prensa, combatir la corrupción sistémica, así como respetar los derechos humanos y minoritarios en un estado pluriétnico y multicultural. Estas esperanzas se vieron opacadas a finales de 2012, especialmente gracias a los arrestos y condenas de las activistas de oposición e integrantes del grupo de Punk «Pussy Riot», caso criticado a nivel internacional por los claros tintes de venganza política desde el Kremlin . El “hombre fuerte de Rusia” enfrenta hoy un escenario político distinto, una sociedad crítica y amenazante que puede percibir el activo de la “estabilidad” como un foco regresivo de progreso.
Putin, el hombre que alejó al país de la inestabilidad y de la inseguridad, también fue artífice de la consolidación económica rusa. Bajo su liderazgo, el proyecto de modernización conjugó la amplia actuación del Estado con el dinamismo del sector privado, una apuesta que rectificó la transición de una economía planificada y centralizada hacia una economía de mercado. Sus éxitos económicos se basaron en la simplificación tributaria, una reforma legal que abrió la inversión extranjera y por haber asegurado la primacía de Rusia en el mercado energético global, un hecho arropado por el aumento dramático de los precios mundiales del petróleo y gas natural.

Fuente: The Guardian
En un contexto de multipolaridad, Rusia se erige en un nodo central, un actor que será clave en el despliegue de las relaciones internacionales del siglo XXI. Una Rusia que cuenta con el poder de veto en el Consejo de Seguridad, que forma parte del G-8, G-20 y de los BRICS, que se ha convertido en una fuente insustituible de energía al bloque europeo y que ya ingresó a la OMC, además de su status como potencia nuclear. Sin embargo, enfrenta diversos retos en política exterior, como las relaciones conflictivas con sus ex repúblicas soviéticas, el clima de desconfianza que prevalece con EU y las voces de alarma por la política de puertas abiertas de la OTAN en Europa del Este, entre muchas otras.