El domingo 21 de abril se celebra una nueva jornada electoral en América Latina con las elecciones que tendrán lugar en Paraguay, un país que detenta una historia alrededor de poderosos intereses extranjeros y regionales. Tan sólo hay que voltear nuestra mirada a la disputa hegemónica por la supremacía de la Cuenca de la Plata que ha hecho de su territorio un botín de rivalidades, la guerra de la Triple Alianza que se fraguó entre Brasil, Argentina y Uruguay en contra del Paraguay en el siglo XIX y el papel central que jugaron los intereses del imperio británico son muestra de ello. Más adelante el conflicto bélico entre Paraguay y Bolivia por la región del Chaco, que suponía una zona rica en petróleo se convirtió en uno de los conflictos más sangrientos en la historia sudamericana y estuvo motivado, entre otras razones, por la sofocación de Bolivia por no contar con salida al mar. Sin embargo, la línea del tiempo paraguaya tampoco se puede entender sin la pugna constante entre Brasil y Argentina por tutelar su territorio.

Fuente: Diario La Razón
Fue durante la década de los 80 que los países de América del Sur experimentaron importantes cambios políticos: el abandono de los gobiernos de corte militar y la transición hacia la larga e inconclusa consolidación democrática. Tras 35 años de férrea dictadura en manos de Alfredo Stroessner, Paraguay nació a la vida democrática con instituciones endebles, salpicadas por las bases del poder autoritario y despótico que encarnó el ejército, el partido Colorado, la estructura agraria latifundista, así como el aparato represivo del estado que cohabitó con los intereses del capital extranjero y el estandarte anticomunista. Una dictadura que más adelante también encontró sustento económico en el Tratado de Itaipú, la superconstrucción hidroeléctrica con Brasil que prolongó la vida del régimen dictatorial.
Tras 61 años de dominio del partido Colorado en el poder, finalmente Fernando Lugo, el presidente exobispo, nacido en el seno de una familia disidente al régimen de Stroessner dio fin a la vieja hegemonía partidista. Mejor conocido como el “obispo de los pobres” prometió un gobierno que trastocara las profundas bases del poder oligárquico en un país enquistado por el eterno conflicto de las tierras y distribuyera mejor la riqueza ante la brutal desigualdad económica y social existente. Sin embargo, sus promesas cayeron en un saco roto; la reforma agraria no llegó y los escándalos sexuales debido a los hijos que procreó mientras ejercía el ministerio religioso volvieron a incendiar la furia de las fuerzas más conservadoras que encontraron su resbalón maestro con la masacre de Curuguaty.

Fuente de imagen: Diario El Clarín
Siendo Paraguay un país ensimismado pero a su vez caracterizado por la inestabilidad política, juntas militares, golpes de estado, guerras civiles y luchas enconadas entre grupos e intereses, llega a la escena política la desbancada presidencial de Fernando Lugo en junio del 2012, una nueva dimensión de la crisis que se palpó con el “golpe parlamentario” respaldado por las maquinarias políticas y los poderes fácticos, fuerzas que le arrebataron el poder a un presidente emanado de las urnas. Un juicio político “exprés” que levantó la suspicacia de la comunidad internacional y fuertes divisores regionales que terminaron por cuestionar el modus operandi que no respetó el “debido proceso” y el derecho a la defensa del acusado. Todo un escenario que selló el aislamiento de Federico Franco, el presidente que se impuso al frente del país guaraní.
Tal vez las cosas no le estén resultando a Federico Franco, el presidente de Paraguay que conspiró para interrumpir la frágil democracia, pues algunas de las encuestas se inclinan a señalar que el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) no va a retener la presidencia y que muy posiblemente se materialice el regreso del partido Colorado, tras seis décadas de hegemonía, en manos del empresario millonario Horacio Cartes. El Partido Colorado no gobierna en Paraguay desde 2008, cuando resultó victorioso el exmandatario Fernando Lugo, el hoy líder del Frente Guasú que no ha podido conquistar en masa las simpatías del electorado.
De manera paralela, es importante comentar que la crisis política en Paraguay provocó importantes fricciones regionales que tocaron las fibras de la diplomacia. Las posiciones divergentes en el seno de la OEA y la suspensión de Paraguay de la UNASUR y el MERCOSUR, pronto se le sumó el ingreso de pleno derecho de Venezuela a este último esquema de integración regional, justamente un trámite trabado durante muchos años por el senado paraguayo y que finalmente fue levantado debido al reacomodo de las fuerzas políticas, quizás una noticia muy entusiasta para Argentina pero que definitivamente se topa con el predominio brasileño en el bloque económico.
Esta genial el articulo. Saludos.
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