¿Hacia un nuevo orden energético mundial?


La seguridad energética ha sido un tema pivote de las relaciones internacionales. Bajo una distribución desigual y asimétrica de recursos, la gran mayoría de los países del mundo buscan cubrir su demanda de energéticos y formular políticas exitosas para drenar bienestar sobre su población. Esto puede ser difícil de alcanzar pues se construye sobre la base de las particularidades y experiencias de cada uno de los Estados involucrados. La historia, idiosincrasia, visión estratégica, fortalezas, vulnerabilidades y coyunturas son todas ellas rasgos característicos para construir la anhelada seguridad energética; pero, ¿será posible conseguirla sin entender la revolución energética que está teniendo lugar en el siglo XXI?

La prospectiva energética ha cambiado de manera significativa en los últimos años. Estudios y pronósticos señalan que la teoría de la escasez o fin de la era petrolera no se cumplirá y que los hidrocarburos seguirán siendo la principal fuente de energía, por lo menos para las décadas siguientes. Hoy es posible escuchar que crecen las estimaciones sobre los límites de producción de las reservas de petróleo y gas natural, al incluir los efectos de la revolución tecnológica que se vive en la actualidad. De forma paralela pierde peso la hipótesis del “petróleo barato”, pues se requiere una mayor inversión para explotar pozos más profundos y financiar técnicas más costosas. Al parecer el petróleo de mayor accesibilidad ya se ha extraído y nos tendremos que adaptar a la era de los fósiles caros.

Todo lo anterior da entrada para pensar que nuevos sismos energéticos continúan ocurriendo alrededor del mundo. El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) estima que Estados Unidos se convertirá en la nueva Arabia Saudita del planeta. En un informe reciente señala que América del Norte, bajo el liderazgo de EE.UU. y Canadá, será la nueva locomotora de la energía mundial, gracias a los enormes descubrimientos de reservas de recursos no convencionales, como las de aceite y gas de lutitas y las arenas bituminosas; las cuales ya están impactando el juego de las relaciones internacionales. De continuar estas valoraciones nuestro vecino del norte será el mayor productor de hidrocarburos del mundo antes de terminar la década; un hecho que se refleja en la caída de sus importaciones, las cuales fueron en 2013 inferiores a las de años anteriores.

FUENTE: Imco.org

Ahora, después de miles y miles de años, los enormes depósitos de energía sin explotar ya pueden ser activados y aprovechados debido a nuevas tecnologías de perforación horizontal y otras técnicas que se aplican en rocas y aguas profundas; las cuales se encuentran desbloqueando el mercado energético y volcando su enorme potencial. El nuevo boom petrolero tendrá como piedra angular los determinantes de la tecnología de punta, la innovación, el conocimiento, así como la gestión del talento y los recursos humanos, y no tanto la caracterización geológica de los yacimientos petroleros; que durante muchos años dictaron las fortalezas y atributos de los supuestamente países “bendecidos” por la naturaleza.

La revolución energética que tendrá epicentro en EE.UU. generará una catarsis en los determinantes de la geopolítica y del equilibrio mundial, pues una posible suficiencia petrolera estadounidense podría cambiar los incentivos para mantener la guerra o la paz. La cuestión remanente es si seguirán existiendo guerras por el petróleo al reducirse la dependencia de la Unión Americana con el Medio Oriente o si subirá el posicionamiento de países como Canadá y Rusia que cuentan con enormes reservas de arenas bituminosas. Al final del día todo parece indicar que se acerca un desaire para los países de la OPEP, como Irak o Libia, que han sido víctimas de convulsiones políticas recientes.

El debate sobre la reforma energética en México

Nuestro país ya está inmerso en el debate de la reforma energética. La clase gobernante, los partidos políticos, el sector privado, los medios de comunicación y otros actores de la sociedad civil han presentado distintas opiniones sobre la reforma energética que presentó el gobierno el pasado 12 de agosto. Ciertamente esta discusión de juicios se centra en los puntos más álgidos de una propuesta que está relacionada con el dominio de la nación sobre sus recursos naturales, la participación de los privados en la exploración y extracción de los hidrocarburos, el fortalecimiento de PEMEX y la dinámica industrial que se debe impulsar. Sin embargo, surge una pregunta que valdría la pena no evadir: ¿en qué contexto mundial se inscribe esta reforma en México?

El debate levanta pasiones, sospechas y aspiraciones que están ligadas a nuestra historia política e identidad nacional. Siendo uno de los temas más sensibles del colectivo mexicano y de mayor politización, es necesario asegurarnos de que también sea un debate de modelos, de comparativos internacionales, de experiencias exitosas y de aprendizajes clave de lo que ha funcionado y a su vez revertido el mundo. Esto despierta a su vez nuevas preguntas acerca de nuestra capacidad para rebasar el debate político-ideológico y mirar lo que sucede más allá de nuestras fronteras.

La espinosa reforma energética en México no se puede deslindar de las tendencias mundiales, pues la revolución del shale oil y shale gas en EE.UU. también debe ser considerado un asunto de política interna de nuestro país. Ante la apuesta cada vez menos hipotética de que nuestro vecino del norte y principal socio comercial alcance la autosuficiencia energética debido a la mayor producción de hidrocarburos no convencionales, ¿qué pasará con nuestras ventas petroleras dirigidas hacia dicho país y las cuales representan el 85% del total vendido? ¿Estaríamos obligados a buscar otros mercados para nuestras exportaciones de hidrocarburos?

EPN mensaje a la nación sobre reforma energética.

FUENTE: Youtube

Desafortunadamente, México no se ha podido enfilar en la revolución energética que ocurre en el resto de América del Norte, lo que seguramente agrandará nuestro nivel de asimetrías y disparidades. Aunque estudios recientes han posicionado a nuestro país como el séptimo lugar en reservas de shale oil, para ser aprovechados requieren de una reingeniería del sector energético y de un marco legal distinto. Las señales de la crisis pasan también por una reforma a PEMEX y por un nuevo modelo de gestión que libere sus restricciones operativas, financieras y de inversión; eliminando las estructuras de corrupción que han afectado al monopolio estatal. La rectoría del Estado no debe ahogar las posibilidades de atraer más inversión, tecnología y conocimiento, pues todo ello tendría repercusiones negativas en la política industrial del país.

El tema de la energía es un tema de poder, riqueza y de seguridad nacional. Puede ser tanto una fuente de cooperación como de conflicto, pero nunca debe desacreditarse su valor como palanca del desarrollo y bienestar. Sin embargo, el tema energético en México debe pasar por el filtro de la política exterior y del trabajo diplomático. Será necesario replantear una aproximación hacia la nueva ecuación energética mundial, anticipando nuestros intereses frente a la evolución del mercado internacional, y sin descuidar que es posible abonar a la diversificación económica y comercial a través de los hidrocarburos. No olvidemos que el oro negro sigue siendo una arma poderosa de política exterior.

@RinaMussali

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: