El 17 de junio Naciones Unidas celebrará una triple elección: se votaran a 18 nuevos miembros del Consejo Económico y Social (ECOSOC), órgano encargado de promover la cooperación y el desarrollo sostenible; se elegirá al presidente de la 75ª sesión de la Asamblea General, puesto que contiende un sólo candidato: el veterano diplomático y político turco Volkan Bozkir, así como los cinco nuevos miembros del Consejo de Seguridad (CSNU), el único órgano de Naciones Unidas cuyas resoluciones son vinculantes.
El CSNU está integrado por cinco miembros permanentes (China, Francia, Estados Unidos, Reino Unido y Rusia) y diez no permanentes, asignados por bloques regionales para un periodo de dos años, de los cuáles, cinco se renuevan anualmente. Este año finaliza el periodo de Alemania, Bélgica, Indonesia, República Dominicana y Sudáfrica. Para sustituirlos, compiten un total de siete países, para los que hay dos carreras muy disputadas. En el grupo occidental, Canadá, Irlanda y Noruega estarán luchando por dos escaños, y en África, Kenia y Djibuti disputará otro. India se postula sin oposición para la sede de Asia-Pacífico (previamente Afganistán se había retirado); y México figura sin contrincante, para la sede de América Latina y el Caribe.
Ganar un lugar en el CSNU es un logro diplomático; los países pasan de ser espectadores a ser actores en la incidencia de la toma de decisiones globales. Posicionar temas de interés y enfoques en materia de paz y seguridad internacional permite a los países ser escuchados a la hora de decidir sobre conflictos en Siria, Yemen, Libia, Venezuela; la amenaza nuclear de Corea del Norte e Irán, así como los ataques de grupos extremistas como el Estado Islámico, entre muchos otros. Alcanzar una resolución no es tarea sencilla, se trata de un proceso sumamente complicado, pues se debe asegurar el voto de por lo menos nueve y no ser vetado por ninguno de los cinco miembros permanentes.
Como ya se adelantó, una de las contiendas más disputadas serán los dos lugares para el bloque occidental entre Canadá, Irlanda y Noruega. Los tres, con grandes cartas credenciales en el escenario internacional por su enorme vocación en temas de cooperación y desarrollo. Ottawa, quien ya ha estado en seis ocasiones en el CSNU, fracasó en su última postulación durante el gobierno conservador de Stephen Harper en 2010; razón por la cual el gobierno de Justin Trudeau se ha empeñado en conseguir nuevamente un asiento, en aras de privilegiar temas vinculados a su agenda progresista como la lucha al cambio climático, la igualdad de género y fortalecimiento al multilateralismo.
Aunque el país perteneciente a la región de América del Norte ha sido uno de los más proactivos en la arena internacional desde 2016, año en que anunciaron su postulación al CSNU -en 2017 fue sede de la Reunión Ministerial de Defensa de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz; en 2018 presidió los trabajos del G7 y coorganizó la primera Conferencia Global de Economía Azul Sostenible ; además de haber organizado en 2019 la conferencia Women Deliver, la más grande sobre igualdad de género y salud, derechos y bienestar de niñas y mujeres-, algunos analistas señalan que serán Irlanda y Noruega quienes ocuparán los dos asientos. Incluso hay una carta petitoria circulando que pide a Naciones Unidas no darle el asiento a Canadá, pues a su entender, “a pesar de su reputación pacífica, no está actuando como un jugador benevolente en el escenario internacional”.
En términos de asistencia para el desarrollo, y con base en las estadísticas de la OCDE, Canadá sigue ocupando un lugar bajo entre los 30 países más ricos, gastando el 0.26% de su ingreso nacional bruto en este objetivo. Naciones Unidas solicita sea del 0.7%. Irlanda, que ya ocupado un asiento en tres ocasiones y tiene una tradición de internacionalismo constructivo y de considerables logros, especialmente en las áreas de desarme y mantenimiento de la paz (el Tratado de No Proliferación Nuclear se originó en una iniciativa irlandesa en 1958, y fue el primer país en ratificarlo), además gasta el 0.35% de su ingreso bruto en este esfuerzo y se ha comprometido a aumentarlo al 0.7% en 2030; mientras que Noruega sobrepasa el 1%, de los más altos en el mundo.
Además de lo anterior, Noruega tiene a su favor su línea internacionalista en favor del desarrollo y la paz mundial. El primer Secretario General de la ONU fue el noruego Trygve Lie; realiza generosas contribuciones a los programas de las Naciones Unidas: el tercero más grande al Fondo Verde y ha aportado más de 40 mil tropas a los cascos azules desde 1949; mantiene un alto compromiso con el Comité del Nobel de la Paz (cuya sede está en Oslo) y una reconocida labor de mediación en procesos de paz, por ejemplo, con las FARC en Colombia, y Venezuela.
La otra carrera altamente disputada es la africana. En una votación de febrero, la Unión Africana (UA) nominó por mayoría a Kenia para ser la sucesora de Sudáfrica en el CSNU frente a Djibuti. Durante la votación, se planteó la preocupación que de ser electo éste último país, el continente estaría representado por tres Estados francófonos en 2021 (Níger y Túnez ocupan los otros dos escaños). Lo anterior no fue un argumento suficiente (en 2001 sucedió lo mismo cuando Malí, Mauricio y Túnez estuvieron representados al mismo tiempo) y la candidatura de este país ubicado en el cuerno de África se mantiene.
Roba Sharamo, director del Instituto de Estudios de Seguridad en Addis Abeba, considera que lo anterior obedece a la geopolítica y que potencias extranjeras exigen a Djibouti mantener su candidatura contra viento y marea. Mientras Kenia cuenta con el apoyo de Estados Unidos y la mayoría de Europa, Djibouti es el candidato elegido por China y Rusia, para trabajar en muchas áreas. Hay que recordar que el gigante asiático está financiando y construyendo el proyecto ferroviario Addis Abeba-Yibuti. A su vez, lo que alguna vez era visto como candidaturas de unidad, explica ahora la gran división entre el oeste y este dentro del continente.
India, miembro fundador de Naciones Unidas, y con quien cumplimos 70 años de relaciones diplomáticas el próximo 1 de agosto, posee un asiento ya garantizado, mismo que respalda el grupo de Asia-Pacífico compuesto por 55 países. Nueva Delhi, quien ha estado presente en siete ocasiones en el CSNU busca materializar un asiento como miembro no permanente. No hay duda, su estancia en el CSNU se inscribe en la celebración del 75 aniversario de la independencia de la India en 2022. Dentro de sus prioridades, ha explicado en un video, será reforzar el proceso de gobernanza internacional; el combate al terrorismo; una mejor representación de las instituciones globales (India siempre ha buscado un asiento permanente); y el combate a la pandemia de COVID-19.
¿Qué hay de México? Su historial y campaña para conseguir su quinto asiento al CSNU los abordaré en mi siguiente artículo.
Buena síntesis, gracias.
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Pregunta ¿cómo es que India es miembro fundador de la ONU, si se independizó en 1947?
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Las raíces de esta decisión radican en la participación de la India en la Primera Guerra Mundial y su representación independiente en la Conferencia de Paz de París de 1919, previa decisión británica. Como firmante del Tratado de Versalles, fue miembro original de la Liga de las Naciones, que se convertiría posteriormente en la ONU que conocemos. En principio, solo los Estados soberanos pueden convertirse en miembros de Naciones Unidas. Sin embargo, como la India, otros tres miembros originales (Bielorrusia, Filipinas y Ucrania) no eran independientes en el momento de su admisión.
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