El 8 y 9 de julio se llevó a cabo en la Ciudad de México una reunión que revisó la Alianza México y Canadá. Una oportunidad para revisar las claves de una relación que ha crecido de manera impresionante en los últimos años pero que le ha faltado vitalidad y rumbo estratégico por parte de ambos gobiernos. Romper la inercia y dinamizar los vínculos entre México y Canadá parece ser la gran consigna de una relación bilateral positiva pero que no ha alcanzado su punto de esplendor. Un potencial desaprovechado e inexplorado es la conclusión a la que llegan la mayoría de los expertos y estudiosos que abordan desde distintos puntos de vista esta relación, activistas que provienen del ámbito de gobierno, sector privado y académico de ambos países.

A casi 70 años del inicio de las relaciones diplomáticas entre México – Canadá ¿Cuáles son las fortalezas y debilidades de esta relación que se expresa en el ámbito bilateral, regional y multilateral? ¿Cuáles son las prácticas de éxito o modelos a replicar de la relación México-Canadá? ¿Cuáles son los principales impedimentos para elevar el nivel de esta relación que ha estado marcada muchas veces por el descuido y enfriamiento? A primera vista podemos señalar que se trata de una relación multifacética y multivariada y que ha venido creciendo de manera importante a partir de 1994, fecha en la que se firmó el TLCAN entre México, EE.UU. y Canadá. Una relación que toca además de los aspectos económicos, energéticos y comerciales, la agenda político-institucional, así como la de seguridad y de política exterior.

Para Isabel Studer, fundadora del Centro para el Diálogo y Análisis sobre América del Norte en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), los intercambios económicos eran prácticamente inexistentes antes de la firma del TLCAN. Entre 1993 y 2000, el valor del comercio bilateral se multiplicó por cinco, pasando de alrededor de 4,000 millones de dólares a casi 22,000, siendo Canadá el segundo mercado de exportación de México después de EE.UU; mientras que México es para Canadá el quinto mercado de exportación después de la Unión Americana, Reino Unido, Japón y China. Las cifras también nos señalan que Canadá es la cuarta fuente de inversión extranjera directa en México y que su cartera está distribuida en sectores como las finanzas, seguros, industria automotriz, aeroespacial y minería, entre otras.
Si bien el TLCAN ha sido el puntapié que ha permitido despegar notablemente las relaciones económicas y comerciales entre ambos países, también ha hecho que México se haya convertido en la relación más importante que Canadá tenga con el resto de América Latina. Ha sido la puerta de entrada a millones de productos canadienses que buscan diversificar su comercio de EE.UU. y que pueden utilizar la extensa red de TLC que México tiene suscrito con más de 44 países. Precisamente, Canadá se ha beneficiado del Acuerdo Global que México tiene pactado con la Unión Europea (UE), pues hasta ahora, los canadienses no han concluido las negociaciones de un esquema de comercio preferencial con el viejo continente.

Quizás vale la pena mencionar el mensaje que deja Carlos Represas, presidente para Latinoamérica de la empresa aeroespacial Bombardier en México y Oscar Vera, asesor económico sobre la relación México-Canadá: «La relación ha florecido de manera espontanea e inusitada en los últimos años pero no se ha contado con una estrategia concertada al más alto nivel político. Se requiere poner en sintonía los esfuerzos gubernamentales, empresariales, tecnológicos, financieros y comerciales para que se traduzca en una verdadera alianza estratégica».
Uno de los instrumentos más innovadores de esta relación multivariada y multifacética ha sido el establecimiento de la Alianza México-Canadá (2004) que revisa temas en torno al comercio, inversión, energía, medio ambiente y capital humano, entre otros. Sin embargo, hay que señalar que los asuntos de seguridad también han impactado negativamente la agenda de competitividad de América del Norte, pues después de los ataques terroristas del 2001 en EE.UU; la práctica económica de la región tuvo que quedar aparejada a los criterios establecidos por la superpotencia herida y vulnerada.
Todo un cúmulo de experiencias positivas y novedosas forman parte del portafolio bilateral México-Canadá. Sin embargo, también hemos atestiguado mayores descalabros que denotan falta de voluntad política y liderazgo como aquel relacionado con la imposición de visas por parte de Canadá a México. Un evento vinculado al incremento notable de las solicitudes de asilo procedentes de mexicanos. Dejemos que el tiempo haga su trabajo y no perdamos de vista que México estrena un nuevo embajador en Canadá ¡Los múltiples retos que tendrá que enfrentar Francisco Suárez Dávila!
En entrevista con Once Noticias, el Embajador Fernando Suárez Dávila habla sobre la Alianza México – Canadá.
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AMÉRICA DEL NORTE ¿ENTRE EL BILATERALISMO Y/O TRILATERALISMO?
Las relaciones México-Canadá no se pueden entender si las descontextualizamos de la integración de América del Norte. El tema de la relación bilateral pasa por la necesidad de preguntarse a 20 años de la firma del TLCAN ¿Qué es la comunidad de América del Norte y qué quiere ser en el siglo XXI? ¿Tenemos el interés de expandir la relación trilateral o mejor escogemos la vía que más hemos utilizado y nos hace sentir cómodos la cooperación bilateral para sortear los problemas de la región?
El futuro de América del Norte pasa por la relación México-Canadá. Sin embargo, el espinoso tema del vecino común ha nublado en muchas ocasiones nuestra capacidad proactiva para dinamizar las relaciones bilaterales. Tanto México como Canadá encuentran en EE.UU. su vecino más importante y relaciones altamente complejas y asimétricas que obstruyen el desarrollo de las potencialidades de la relación bilateral. Por otro lado, EE.UU. la todavía superpotencia mundial, está muy atosigada con asuntos de carácter geopolítico y estratégico global y con la crisis económica que no le permiten despuntar y que han hecho descuidar y postergar las prioridades trazadas por la relación trilateral.
Entre muchos otros, hay tres asuntos pendientes que siguen preocupando en la comunidad de América del Norte y que roban la atención desde el punto de vista mexicano. Las sendas dispares para cultivar el “trilateralismo” optando más bien por apostarle a la “relación especial” entre Canadá y EE.UU. o bien la relación entre México y EE.UU; y dejando de lado la aspiración teórica y práctica de seguir construyendo una auténtica comunidad regional. Las negociaciones individuales con nuestro vecino compartido tampoco nos van a llevar a enfrentar con mucho éxito un segundo desafío: la pérdida de competitividad de nuestra región frente a otros participantes de la economía mundial, una agenda hasta ahora relegada a diversas causas, coyunturas e intereses de corto plazo.

Así como México debería de ser uno de los países más interesados en defender el “espíritu trilateral” de la integración con EE.UU. y Canadá y evitar la desunión de América del Norte, la cuestión de las asimetrías entre los tres países también se ha convertido en un puntal desfavorable para nuestro país, el eslabón más débil de esta cadena. Desde un principio el TLCAN no consideró fondos de cohesión al estilo Unión Europea (UE) para apoyar la nivelación de sus socios menos desarrollados y con ello se afianzó el estigma de que México era el patio trasero de EE.UU. Sin embargo, a 20 años de la firma del TLCAN, la voluntad política no se ha movido para enfrentar este gran pendiente que nos resta peso y talla en el mundo.
Hay varias evidencias que nos señalan que no prevalece el interés por construir una verdadera comunidad de América del Norte. El TLCAN ha sido un punto de partida en este largo recorrido pero los divisores y la falta de liderazgo estratégico se han apoderado de los dispersores de esta relación trilateral. La última de ellas: la decisión de EE.UU. de excluir a México y Canadá de las negociaciones para construir una especie de TLC con la UE ¿En verdad prevalece la Comunidad de América del Norte cuando EE.UU. decide no invitar a sus socios estratégicos?
