Paraguay tiene una historia accidentada y turbulenta en materia democrática. Inestabilidad política, golpes de estado, juntas militares y luchas enconadas entre grupos han sido una constante a lo largo del tiempo. Justamente un episodio que enterró al país en una crisis política de mayores consecuencias fue la fácil destitución de Fernando Lugo en junio del 2012. El obispo-presidente que elegido democráticamente fue derrocado por las fuerzas conservadoras y los poderes fácticos haciendo regresar al Partido Colorado en Paraguay, ahora en manos del multimillonario empresario Horacio Cartes.

La llegada de Horacio Cartes como presidente a Paraguay no puede comprenderse sin mirar lo que sucedió alrededor de la desbancada presidencial de Fernando Lugo. La primera figura en el país que dio por terminado a 61 años de dominio del partido Colorado en el poder y quien haya nacido en el seno de una familia disidente a la dictadura de Alfredo Stroessner. Mejor conocido como el “obispo de los pobres”, prometió un gobierno que trastocará las profundas bases del estado oligárquico, las injusticias relacionadas con la propiedad de la tierra y la brutal desigualdad económica y social que se multiplica y extiende.
La “crónica de muerte anunciada” parafraseando el título de la novela de Gabriel García Márquez sobrevino cuando la cúpula política aprovechó el traspié del presidente Fernando Lugo con la masacre de Curuguaty, en donde 17 personas resultaron muertas por un choque armado entre policías y campesinos. La tormenta perfecta que inició un juicio político “exprés” que no contó con el debido proceso y el derecho a la defensa del acusado y que pronto levantó la suspicacia de la comunidad internacional. De manera vertiginosa las fuerzas conservadoras, empresariales y oligárquicas arroparon al vicepresidente Federico Franco para convertirse en el nuevo presidente, aquella figura afiliada al Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) que en su momento le dio todo su apoyo a Fernando Lugo con la encomienda de “sacar” al Partido Colorado del poder.
El juicio político que en esta ocasión se fraguó en cinco horas ha sido utilizada en muchas ocasiones en Paraguay. Fernando Lugo con su apuesta izquierdista representaba una amenaza progresista que ligada al acercamiento ideológico de Hugo Chávez en Venezuela despertaba temor en los círculos más íntimos del poder conservador, quienes veían con desconfianza la posibilidad de que Lugo buscara una enmienda constitucional que le permitieran reelegirse al estilo de los países del ALBA. El hecho de haber tratado de implantar una cultura política distinta en el país despertó la furia de sus más acérrimos enemigos políticos que junto con fuerzas aliadas lo destronaron del poder, un rompimiento político-institucional que fue ocasionado por la élites políticas y no por el arrojo del ejército.
La destitución de Fernando Lugo generó una reacción en cadena por parte del mundo y de las instituciones regionales. El aislamiento internacional de Federico Franco se fraguó cuando la UNASUR y el Mercosur lo expulsaron de sus esquemas de participación de manera temporal y hasta que se celebraran nuevas elecciones. Mientras eso sucedía, Brasil, Uruguay y Argentina aprovechaban el “momentum” para deshacerse del bloqueo senatorial paraguayo que impedía la inclusión de Venezuela al bloque comercial.
2012: Paraguay expulsado del MERCOSUR hasta que tenga un gobierno democrático.
FUENTE: Youtube
La reincorporación de Paraguay al Mercosur y el ingreso de Venezuela al bloque regional sin el respaldo senatorial paraguayo serán sin duda, los principales dolores de cabeza del presidente Horacio Cartes en materia regional. La entrada de Caracas al Mercosur inclina la balanza del bloque comercial hacia la izquierda radical y favorece los intereses de Argentina. Sin embargo, el regreso del Partido Colorado a Paraguay y de la coalición de intereses conservadores y de derecha después de una fugaz alternancia cimbran al gobierno de Dilma Rouseff, el gobierno de Brasil que no pudo hacer muy poco para robustecer la izquierda paraguaya.
LOS FRENTES ABIERTOS DEL PARTIDO COLORADO
Horacio Cartes, quien ganó la contienda electoral del 21 de abril del 2013 con más del 45% de los votos, representa la carta empresarial del Partido Colorado y el resurgimiento conservador en Paraguay después de la apuesta izquierdista que representó Lugo y que los hizo perder el poder en 2008. Su afinidad política e ideológica seguramente marcaran el trazo de su política exterior: recuperar la credibilidad perdida y recomponer las relaciones con los países de la región tras la crisis política que el país vivió desde mediados del 2012. No obstante, hay una pregunta que inquieta de manera creciente: ¿Veremos a un Horacio Cartes más cerca del Mercosur o de su brazo competidor la Alianza del Pacífico?
Se espera que después de la investidura de Horacio Cartes como presidente de Paraguay, el país se reincorpore al Mercosur. Sin embargo, el camino no ha estado exento de obstáculos. El presidente electo condicionó la restauración de las relaciones con Mercosur para que fuera Paraguay y no Venezuela el país que detentará la presidencia pro témpore del organismo regional. Cabe subrayar, que en la pasada cumbre del Mercosur que se celebró en Montevideo en julio de este año, Caracas asumió la presidencia semestral, un hecho que despertó el enojo de la clase política paraguaya que tendrá que contentarse con ocupar la presidencia del Mercosur tras el desempeño general de Venezuela.
Bajo este escenario, la política exterior paraguaya también se verá afectada por la política interna del país, misma que está dibujada por una clase política enfrentada y polarizada. Si bien, el Partido Colorado consiguió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y simple en el Senado, Horacio Cartes, bajo su condición de presidente electo tejió un pacto de gobernabilidad con las diferentes fuerzas políticas al inicio de una nueva legislatura. Pero fracasó al no haber podido lograr el respaldo de la Coalición de Izquierda Frente Guasú, encabezada por el expresidente Fernando Lugo.
Este acuerdo político que pretende avanzar en las reformas pendientes que enfrenta el país se antoja indispensable. Paraguay sigue siendo una nación que hasta ahora no ha podido superar su condición de atraso, permanece como una de las naciones más pobres y menos desarrolladas de América Latina, muy a pesar de que la previsión oficial del crecimiento para el 2013 es del 13%, el país con mayor crecimiento económico del Mercosur y de América Latina. Quizás, una bonanza que está relacionada con la recuperación del sector agrícola y el el aumento de la producción de la soja, el principal producto de exportación y uno de los grandes motores de la economía.
Otro de los frentes abiertos que se le heredan al nuevo presidente será la inseguridad que se vive en la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil. Lavado de dinero, crimen organizado, narcotráfico, trata de personas y hasta sospechas de presencia de terroristas islámicos nos hablan de una frontera porosa y muy difícil de gobernar. Sin embargo, la agenda pendiente en la Triple Frontera no ha captado la atención urgente del Mercosur, este bloque de integración regional que está más ocupado en procesar los desencuentros políticos y conflictos recientes entre sus socios que priorizar la hoja de ruta de la integración económica subnacional.
