Tras la Cumbre del G8 que se llevó a cabo en Irlanda del Norte, el presidente de EE.UU. Barack Obama se enfila hacia Alemania en una visita de Estado que se presume toral para las relaciones trasatlánticas. Un encuentro muy esperado tras las pocas afinidades que comparten Obama y Angela Merkel y las relaciones distantes y tirantes que se han desarrollado en los últimos años entre ambos países. Desde la Puerta de Brandemburgo, uno de los lugares más simbólicos de la capital alemana, se espera que Obama deje un mensaje claro en medio del caos económico en el viejo continente. ¿Se dará un nuevo aliento a la asociación euro-atlántica?
La necesidad del acercamiento entre EE.UU. y Alemania se antoja indispensable para superar la enorme crisis económica que se originó en EE.U. y que generó una secuela devastadora en las distintas ramas de la actividad económica mundial. No obstante, los quiebres en la economía griega, chipriota, española, italiana, irlandesa y portuguesa, así como los embates que enfrenta la economía francesa y la dilación política y falta de flexibilidad institucional por parte de Bruselas para superar la crisis han generado una estela de mayores descalabros para la economía estadounidense, que todavía crece a ritmos pausados y anémicos. EE.UU. necesita de una Europa vigorosa para seguir creciendo, por ello resulta de vital importancia reforzar sus lazos con Alemania, el motor del crecimiento económico europeo que ha sido comandado en los últimos años por Angela Merkel, la mujer más poderosa del mundo, de acuerdo a la lista publicada por la revista Forbes.
Uno de los discursos más emotivos de histórica campaña presidencial del 2008 fue el pronunciado por Barack Obama frente a 200,000 personas en la Columna de la Victoria de Berlín.
Fuente: Youtube
La alianza trasatlántica entre EE.UU. y la UE que se busca extender en este complejo mundo multipolar tiene como cimiento-base la segunda mitad del siglo XX cuando EE.UU. se erigió en la indiscutible gran potencia mundial, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ante una Europa devastada, se anunciaba el histórico “Plan Marshall”; la movilización de recursos estadounidenses para apoyar la reconstrucción europea, impedir su insolvencia y prevenir la expansión del comunismo, suscitando las condiciones idóneas para reforzar los regímenes pro-democráticos en el viejo continente. Si bien los vínculos trasatlánticos se forjaron alrededor de la amenaza soviética, más adelante las relaciones económicas y el entendimiento común se basaron en una comunidad de valores compartidos como el libre mercado, la democracia y derechos humanos.
Otro capítulo central de esta historia trasatlántica fue la creación de la OTAN, la alianza militar dedicada originalmente a garantizar la seguridad de Europa Occidental y evitar el expansionismo del “ejército rojo” que pronto recreó el Pacto de Varsovia como una organización paralela que debían vencer. Con la caída del Muro de Berlín y el ocaso de la estructura bipolar, las relaciones trasatlánticas sufrieron una crisis de identidad y el desafío mayor de redefinir su misión en una nueva era de las relaciones internacionales, en donde los desafíos de la seguridad colectiva global y la inseguridad económica mundial los une en aras de enfrentar el convulso siglo XXI.

Las relaciones entre el viejo y nuevo continente no han sido tersas. Interpretaciones distintas a temas, factores e intereses las han obligado a transitar por el camino de las tensiones, tropiezos y contratiempos. Las divergencias partidistas no han sido los mejores consejeros. El mismo Barack Obama ha criticado la política de austeridad de Angela Merkel y prefiere un mayor acercamiento con el país galo en manos de Francois Hollande. Más allá de las visiones políticas e ideológicas, las relaciones trasatlánticas deben trascender los contextos inmediatistas para forjar la nueva alianza que les exige el sigl
EL ACUERDO TRASATLÁNTICO SOBRE LIBRE COMERCIO EE.UU-UE
La promoción de una agenda atlántica renovada, quizás encuentre punto de acción en la Cumbre del G8 y más adelante en la visita que haga Barack Obama a Alemania. El primer ministro británico David Cameron, quien preside los trabajos del G8 en Irlanda del Norte ha señalado la posibilidad real de lanzar un Acuerdo de Libre Comercio e Inversión entre EE.UU. y la UE. Una declaración no hueca si recordamos el anuncio que hizo el presidente Barack Obama en su último mensaje sobre el Estado de la Unión sobre el inicio de las negociaciones para conformar la Alianza Trasatlántica de Comercio e Inversión con la UE, TAFTA como algunos le llaman.
Renovar el liderazgo comercial de Europa y reforzar la vocación competitiva de las dos economías más importantes del mundo parece ser un noticia positiva cuando cunden bajas expectativas de enrolarnos en la senda de la recuperación económica sostenida. Un potencial TLC trasatlántico pudiera eliminar los aranceles y otras barreras al comercio de bienes y servicios como la necesidad de armonizar regulaciones y normativas que dificultan los negocios entre ambas regiones; drenando mejores números en materia de crecimiento económico, empleo y niveles de competitividad, justamente cuando estamos atravesando el quinto año de la peor crisis económica mundial desde 1929.
Un tratado de este calibre tendría repercusiones globales, pues ambas economías representan cerca del 50% del PIB mundial. Si los vaticinios se cumplen, el TAFTA derrochará un crecimiento anual al bloque europeo de cerca del 0.5% de su PIB y generaría ganancias de cerca de $113 mil millones de dólares a los estadounidenses, según Karel de Gutch, el Comisionado de Comercio de la UE. Dividendos que pudieran tener un efecto arrastre para la economía mundial, activando varias correas de transmisión que se despliegan en este mundo globalizado e interdependiente. ¿Acaso una bofetada al proteccionismo que se practica cuando seguimos atravesando una época de vacas flacas en la economía mundial y al tiempo que la Ronda de Doha no parece despertar?
Un pacto económico entre EE.UU. y la UE tendría que superar las enormes dificultades que implican la concertación con 27 naciones más Croacia, el país número 28 que se enfilará en las riendas europeas el próximo 1º de julio, a pesar del encogido clima económico que persiste. Además se requerirá de enormes dosis de voluntad política para superar los temas más espinosos que bordean la agenda de la agricultura, subsidios, servicios y propiedad intelectual, entre muchos otros. Por otro lado, habría que asegurarse que los altos mandos europeos y sus líderes en Bruselas, otorguen el beneplácito correspondiente para formalizar un acuerdo económico con EE.UU; tal vez uno de los alicientes que actúe a favor de este tratado sea la Alianza Transpacífica (TPP) y el dinamismo que se cuece en la Cuenca del Pacífico con China a la cabeza, lo que obligará a que Alemania busque un mercado más seguro para sus exportaciones
En esta guerra comercial, México enfrenta cada vez más presiones competitivas. Hasta ahora no hemos sido invitados a participar en el TAFTA, una noticia que nos merma en nuestra condición de socio con el mercado más importante del mundo y con quien tenemos firmado un TLCAN. Las advertencias que hace el Ministerio de Economía y Tecnología de Alemania mediante un estudio sobre los efectos y dimensiones de la alianza trasatlántica dejan un mensaje claro: los países que ya disfrutan de un TLC con EE.UU. o la UE pudieran ser los grandes perdedores, México, Canadá y Chile se encuentran en la lista.

Fuente: News UK.
ALEMANIA ANTE LA CRISIS ECONÓMICA EUROPEA
En 2013 se cumplen cinco años del inicio de la crisis financiera en la UE y con ello el proyecto de integración supranacional más ambicioso del mundo que no pudo disimular su inseguridad y fuerte crisis identitaria. Una crisis alimentada por otras: la crisis de la deuda soberana, la fiscal, la bancaria y la de competitividad que han estado envueltas por una clase política que ha dilatado la toma de decisiones. La sacudida europea ha aumentado las divisiones entre las regiones de la Europa dispar y heterogénea, los países más prósperos e industrializados del Norte contrastan con los países periféricos del Sur.
En entredicho se han puesto las bondades del proyecto europeo. Una opinión pública harta de los problemas económicos y sociales crecientes y de los divisores que ha generado este desánimo colectivo mayor. Respuestas nacionalistas, proteccionistas, extremistas y xenofóbicas dejan palpar el enorme descontento juvenil y malestar de la clase trabajadora que ha estado acompañado de recortes a la edad de jubilación y tasas alarmantes del desempleo. Todo un cocktail que ha traído consecuencias muy costosas para los principios de la subsidiariedad de la UE.
En estos tiempos de crisis, Alemania ha asumido un rol preponderante en el manejo de la debacle. La canciller Angela Merkel ha buscado ser implacable con su receta de disciplina fiscal y presupuestaria, así como con las reformas estructurales pendientes que los países de la eurozona deben implementar. La tremenda austeridad impuesta desde Berlín y la lógica conservadora ha ocasionado el enojo y la crítica de los países mediterráneos que buscan privilegiar las políticas del crecimiento. Esto ha distanciado a Alemania de sus aliados tradicionales, la economía más poderosa de Europa que marca la directriz y hegemonía en el viejo continente y que levanta temor a sus alrededores.

Para Angela Merkel “más Europa y no menos Europa” es la ruta por la que debe de transitar la Unión. Por ello ha apoyado el pacto fiscal y medidas importantes para reforzar la unión económica y monetaria y corregir las deficiencias del sector bancario y financiero. El país germano tiene un interés de coadyuvar a solventar los desequilibrios macroeconómicos y crear nuevas instituciones de vigilancia regional debido a que mantiene enormes intereses económicos en la Unión. Alemania tiene una fuerte dependencia exportadora y sus principales mercados de bienes, servicios e inversión son sus socios europeos, por ello es de interés capital robustecer su capacidad de compra.
No perdamos de vista la cita electoral más importantes del 2013: las elecciones en Alemania que tendrán lugar el 22 de septiembre, el evento político más relevante para la UE en donde podrá ser reelecta Angela Merkel. Aún cuando en su campaña no se podrá ignorar la difícil situación europea, no hay que olvidar que el país germano ha sido el mejor librado y la única economía de la eurozona que no ha caído en recesión. Pero no todo será miel sobre hojuelas para Merkel, no olvidemos la dura derrota que sufrió en los comicios regionales de Baja Sajonia en enero del 2013.